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La excursión que traemos hoy a este espacio remonta los cerros y campos de cultivo que se extienden entre Logroño y el piedemonte de Moncalvillo hasta tocar las primeras manchas boscosas en las laderas de Hornos y Daroca. La ruta se completa en una ... transición que lleva desde las huertas de la periferia de Logroño hasta introducirnos en un ambiente más montaraz de matorral y bosque meditérraneo, pasando por las feraces tierras de cultivo de Lardero, Entrena y Medrano, donde ambundan viñedos, olivos, frutales y cereal. Al final, entre claros del bosque o desde la misma carretera, hay buenas vistas sobre el valle del Ebro y la sierra de Cantabria, pero también sobre Daroca, localidad esta última que marca el inicio de las empinadas laderas que ascienden hasta Moncalvillo. Pero este no es hoy nuestro objetivo, sino otro más llevadero: recorrer caminos y pistas y detenernos en plazas y fuentes de los pueblos en una excursión tranquila y sin excesivos esfuerzos.
La ruta empieza desde la gasolineras Las Gaunas tomando la calle Clavijo, que seguimos por los nuevos barrios residenciales de Logroño hasta tomar la calle San Adrián, y seguir por el camino asfaltado del colegio de los Salesianos. Enseguida llegamos al centro penitenciario de Logroño, que dejamos a nuestra derecha antes de iniciar una primera ascensión por las laderas del monte La Pila que nos deposita en la autopista. Cruzada esta última por un puente, nos internamos en un paisaje típico de secano y monte bajo, con cereal y olivos a ambos lados del camino asfaltado. El recorrido se desvía pronto a la derecha para tomar un camino que pasa por el colladín conocido como Dos Tetas. Tras el se abre una amplia meseta de cultivos que se extiende desde Lardero a Entrena y de Entrena a Navarrete y cierra al sur por los montes de Moncalvillo. Por ella vamos a transitar a continuación surcando caminos y pistas asfaltadas entre perales, viñedos, acequias y algún que otro vehículo agrícola de los muchos que proliferan por estas feraces tierras que gozan de irrigación todo el año. Merece la pena echar un vistazo, si se desea, al guardaviñas que hay en el Camino de los Judíos.
Ya a la altura de Entrena, pero dejando su casco urbano a nuestra izquierda, seguimos un camino que atraviesa los arroyuelos que descienden desde Moncalvillo y vamos ganando poco a poco altura inmersos en un paisaje en el que ahora predomina la viña en cualquiera de sus modalidades (cepas viejas, espalderas, plantones…), mimada por la reciente instalación de una red de riego por goteo. Estamos en el término de Medrano, con 13 kilómetros ya recorridos y la orografía empieza a cambiar. Aparecen los primeros relieves de importancia, el inicio del sotomonte que precede a la sierra. Los cultivos van cediendo paso al matorral y enseguida nos internamos en un bosquete adehesado de pinos y carrascas, por un camino más umbrío que trepa hasta el paso conocido por el sugerente nombre de Cruz del Muerto. Entre las tres opciones que nos ofrece el cruce elegimos la de la derecha, la más empinada, claro, para subir hasta lo alto del cerro. Conviene una paradita arriba si el día esta claro para otear la meseta de Entrena y Navarrete, el Pico del Aguila, la Sierra de Cantabria, el León Dormido… y otra innumerable serie de accidentes geográficos que componen un bello cuadro de la depresión del Ebro.
Tras la cuesta, la excursión nos lleva en suave subida por el camino de la izquierda entre una dehesa de bosquete mediterráneo hasta llegar al punto culminante de la ruta, a 760 metros de altitud, con excelentes vistas sobre Daroca de Rioja, que ofrece una estampa montañera con su casco urbano en el fondo de un valle agreste y boscoso que asciende empinado hasta las cumbres de Moncalvillo. Desde este punto hay un divertido sendero que desciende a la localidad, pero en nuestro caso nos dirigimos hacia Hornos, que se alcanza pronto por un camino pedregoso. Plaza, iglesia y bar se encuentran pegados en un diminuto caserío ya de ambiente serrano. Y ese mismo esquema se repite en Daroca, que se alcanza por carretera tres kilómetros después. Poco antes de llegar destaca su campanario en una pequeña trama urbana muy bien integrada en el entorno y que compone una pintoresca imagen ya plenamente serrana.
Daroca marca el punto culminante de la ruta y también su ecuador. Comienza desde aquí el retorno a Logroño, con Medrano como primer destino destacado. A la localidad se llega en un tendido descenso por un camino en perfecto estado que sigue el dibujo del arroyo que baja desde Moncalvillo, surcado por una buena chopera. El valle se va abriendo a medida que se acerca Medrano y los cultivos, con la viña de nuevo como protagonista, son de nuevo predominantes al entrar en el pueblo, que muestra mayor actividad que Hornos y Daroca. Se puede parar a tomar un refrigerio en el bar, pero también recargar agua en la fuente frente a la iglesia, en donde hay también un panel con la señalización de todas las rutas de bicicleta de montaña que surcan la zona. Esta comarca, hay que recordar, dispone de un centro BTT con 20 rutas balizadas que suman 250 kilómetros en diferentes recorridos.
El descenso prosigue ahora hacia Entrena por otro camino asfaltado que parte junto a la plaza de Medrano y que suelen recorrer los vecinos en sus paseos. El trayecto entre ambas localidades se cubre de manera inmediata, con una subida final al casco urbano de Entrena que deposita al ciclista en la misma plaza del pueblo, también con bar y buena barra para el picoteo. Las opciones para volver a Logroño desde aquí son múltiples. En nuestro caso optamos por salir de Entrena por el camino del Cerro de la Horca y desviarnos hacia el este, nuevamente entre fértiles cultivos, hasta llegar a los cuatro chopos de La Corrala, todo un referente en la jurisdicción que componen cuatro árboles gemelos nacidos de un mismo tocón y que se elevan cual vigía sobre todas las fincas circundantes.
Desde aquí la ruta vira hacia el noreste para enfilar hacia Lardero y Logroño, previo descenso por la Cuesta de las Vacas y paso junto a las instalaciones deportivas de Prado Salobre. En su interior hay habilitado un circuito de BTT que se puede probar si el recinto está abierto y no hay ningún ciclista entrenando (en el enclave entrenan los niños del Coloma Bike Club). Si se opta por continuar, ya solo quedan 6 kilómetros hasta el final que se completan de manera relajada por un entorno urbano.
Longitud: 41,4 kilómetros
Desnivel acumulado: 648 metros
Tiempo estimado: Entre 2 h. 30' y 3 horas
Avituallamiento: En cualquiera de los pueblos que atraviesa la ruta. Hay también bares, aunque en Daroca y Hornos conviene conocer los días y horario de apertura.
Principales atractivos: La excursión permite pasear en bici por las dehesas de bosque mediterráneo más cercanas a Logroño y acercarse hasta las primeras laderas de la sierra de Moncalvillo, en donde se visitan las localidades de Hornos, Daroca y Medrano. También destacan las extensiones de cultivo de frutales y viñedos en Entrena y Medrano.
Nivel de dificultad: Moderado. La ruta circula siempre por caminos agrícolas, en algunos tramos asfaltados, y pistas forestales. La mayor dificultad es la subida a la dehesa de Hornos y Daroca, pero no es muy prolongada. En el retorno, el descenso de la Cuesta de las Vacas suele tener roderas y piedra y conviene hacerlo con precaución.
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