Triunfo de coraje que sirve de poco

El partido tuvo de todo. El Ciudad de Logroño fue de menos a más en esa primera parte. Comenzó un poco atolondrado, cometiendo errores en los seis metros, tanto de lanzamientos como con faltas en ataque. En esos primeros minutos, los de Velasco desaprovecharon dos superioridades para empezar a marcar distancias con un cuadro gallego sin opciones de nada.

Sin embargo, fue la paciencia el mejor de los dones de un Ciudad de Logroño que pese a no estar acompañado por la portería empezó a abrir pequeños huecos. La defensa dio un paso hacia adelante, atosigó a David Iglesias y Aizen y empezó a marcar distancias. Una diferencia que para antes del minuto 20 era de cinco goles (11-6), aunque lo mejor estaba por venir.

Porque el Logroño neutralizó los ataques de los de Nacho Moyano, bloqueó a sus lanzadores y dejó sin ideas a su primera línea para empezar a sentenciar en segundas oleadas. Pese a una tímida reacción de los gallegos, el equipo franjivino pisó el acelerador y para el descanso tenía el partido prácticamente controlado (20-14) después de un gol de Casado sobre la bocina. Sin embargo, la alegría no era completa: Cuenca se iba a los vestuarios 17-14 arriba.

En la segunda parte, cuando parecía que entre Casado y Moreira tenían todo controlado, una sucesión de errores metieron de lleno al Cangas en el partido. Y sobre el final del encuentro, justo cuando el Huesca empezaba a apretar al Cuenca en El Sargal. En un robo, Dani Fernández empató las cosas a falta de un minuto y medio (30-30). En la siguiente jugada, tras un tiempo muerto, Mamadou Dicou lanzó alto. Fue la defensa y Jorge Pérez el que salvó a los riojanos de la derrota, y una buena jugada posterior que acabó en manos de Cadarso para el 31-30. Una victoria que simboliza la temporada en un partido irregular en el que pudo pasar de todo. El Logroño dijo adiós de forma insípida con un triunfo que sirve para poco.