Ángel Fernández aterrizaba ayer en la rutina del Palacio de Deportes, trabajo diario y recuperación. Apenas unas horas antes, disfrutaba de las recepciones oficiales en Madrid después de haber conquistado en Croacia un oro para la historia del deporte español. El primer campeonato continental del ... balonmano nacional, uno de los deportes que más éxitos ha dado a España, volvía a firmar otro imposible.
Y, dentro de esa plantilla que sacrificó horas de sueño por la celebración, el jugador cántabro del BM Logroño, que vivió un Europeo atípico. Se lesionó en el primer partido del torneo en un golpe con un compañero, pero volvió en semifinales para disfrutar con el resto de la plantilla de la gesta. En principio, un detalle de humanidad de la Federación y del club riojano, pero en el fondo, un punto de superstición: con Ángel Fernández en la cancha o en el banquillo, España nunca ha perdido un partido. El oro que cuelga en el cuello del cántabro atestigua que el 'talismán Fernández' continúa sin fallar.
-¿Cómo ha vivido la experiencia de un Europeo que comenzó de la peor forma y ha acabado de la mejor manera?
- La lesión fue muy amarga, pero nadie esperaba tener un final tan bueno, así que lo segundo se queda en mi recuerdo para toda la vida.
- Volvió a España tras su lesión, pero retornó a Croacia para semifinales. ¿Por qué?
- Cuando me lesioné creímos que la recuperación la iba a llevar mejor en España. Pero habíamos acordado que si nos clasificábamos para semifinales, yo volvía con ellos. No me lo quería perder. Mi recuperación ha seguido allá con los físios y los médicos gracias al cuerpo técnico y a la directiva del BM Logroño, que me ha dejado disfrutar de algo tan espectacular.
- ¿Se queda con la espina de no haber podido ayudar más en la pista o con la medalla todo se olvida?
- Siempre queda esa espina porque creía que estaba en un muy buen momento y que podía ayudar a la selección, pero al final todo ha pasado así y estoy muy contento.
-¿Qué ambiente se vivía dentro de la selección?
- Siempre ha sido bueno porque nos llevamos genial. Pero cuando pasas rondas, todo se multiplica. Las semifinales ante Francia y la final ante Suecia son dos momentos alucinantes que no sé si volveré a vivir. La celebración también fue inmejorable.
-Cuando volvió a Croacia, en semifinales, ¿cómo fue recibido por el vestuario antes del partido ante Francia, la campeona del mundo, y habitual bestia negra de España?
- Me dijeron que me habían echado mucho de menos porque siempre que había estado con ellos habíamos ganado todos los partidos y para ellos era un poco simbólico que estuviese allí. Y al final se ha ganado [risas]. Antes del partido contra Francia, el ambiente del vestuario era impresionante. Se les veía con un hambre, unas ganas, una furia... Magnífico.
-¿Y en la final ante Suecia?
- En la primera parte les vi motivadísimos, pero no con ese punto como ante Francia. Pero en el momento del descanso, con la arenga, pensé: '¡La que le va a caer a Suecia! Si estos tíos se ponen en serio son unas auténticas máquinas'.
- ¿Cómo fue la arenga del descanso?
- Dijeron que era un momento que tal vez individualmente no íbamos a poder vivir jamás y que si se repetía no sería con el mismo equipo porque hay gente que, por edad o por o lo que sea, no iba a estar. Y que por eso debíamos vivirlo al máximo en cada segundo porque una final así no iba suceder de nuevo. Había rabia, motivación... y es lo que se vio en la pista.
- Por lo visto después, el grupo creyó en el discurso...
- En cuanto el equipo salió del vestuario, Dani Dujsehbaev y yo nos quedamos tomando un café y le dije que, después de lo que habíamos visto, íbamos a ganar por lo menos por seis. Viendo cómo habían salido, sabía que se los iban a comer. Y también aseguré al principio del Europeo que España iba a ganar medalla... ¡No sé si me voy a tener que dedicar a otra cosa pero se ha cumplido todo! [risas].
-¿Qué les dijo el seleccionador, Jordi Ribera, tras ganar el oro?
- Creo que al grupo no le llegó a decir nada. Nos fue abrazando a cada uno, pero con la prensa, las familias, los invitados... no hubo un momento conjunto hasta la cena. Porque, además, estuvimos tres horas y media en el vestuario celebrando el oro. Fue una auténtica locura.
- ¿Cómo vivió esa semifinal o esa final sin poder jugar?
- Se vive atacado durante los 60 minutos. Gonzalo [Pérez de Vargas], también lesionado, estaba conmigo en la grada y es horrible. Sientes una gran impotencia, no puedes ayudarles, ni tampoco disfrutar. Pero esperemos que sean pocos partidos más los que no pueda jugar porque en la pista es donde me gusta estar.
- ¿Estará para mañana viernes?
- Ha mejorado la lesión, pero va a estar complicado. De todas formas, espero estar sí o sí el miércoles en Valladolid.
- El seleccionador confía en usted. ¿Tiene un hueco en la selección?
- Nadie tiene un puesto asegurado con España. Jordi Ribera, en este Campeonato de Europa, no ha llevado a jugadores importantes. Así que lo que hay que hacer es seguir trabajando cada día con tu club y luego, esperar a la siguiente convocatoria. Ahora toca pensar en el BM Logroño y dar lo mejor hasta el final de la temporada.
- Después de las portadas y los homenajes, en una semana empezará el fútbol y ¿qué pasará con el balonmano?
- Sabemos que en cuatro días casi nadie se va a acordar del oro, que la mayoría de los medios nos va a dejar de lado, como siempre. Pero toca disfrutar de este momento y los que somos de balonmano lo seguiremos haciendo. Sabemos lo que nos espera, así que sólo queda estar contento con lo que hemos vivido.
- Ya forma parte de la historia del balonmano español.
- Después de tantos años de historia de balonmano, con tantas medallas pero sin ningún oro continental, conseguirlo en Croacia es histórico y me llena de orgullo ser parte de esa selección.
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