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Referentes femeninos del deporte riojano que comparten apellidos

Julia Gadea y Elena Salcedo, de tal palo, tal astilla

Referentes femeninos del deporte riojano que comparten apellidos

Madre e hija representan el pasado y presente, pero también el futuro, de la figura de la mujer en el deporte riojano

Sábado, 8 de marzo 2025, 18:24

Julia Gadea decidió un buen día colocarse las mallas de deporte y salir a correr por primera vez a sus 40 años por el parque del Ebro de Logroño ante la atenta y crítica mirada de aquellos con los que se cruzaba por el camino. Era la década de los noventa y la sociedad no estaba acostumbrada a ver a una mujer ejercitarse para competir al más alto nivel del atletismo nacional. Mucho menos cuando lo hacía acompañada de sus cinco hijos, que pasaron a convertirse en fieles seguidores de sus entrenamientos diarios.

Tuvo que compaginar su trabajo como administrativa y su preparación para los campeonatos y maratones, con llevar el peso de una casa de hasta siete miembros. Lo que supondría un completo rompecabezas para cualquier humano, Julia lo sacó todo adelante con la sonrisa que le caracteriza, convirtiéndose en el mejor referente posible del que sus hijos podrían aprender. Más aún siendo mujer.

Les inculcó valores como la disciplina y el esfuerzo, así como el amor y veneración por el mundo del deporte, para criar a unas personas que ahora no conciben su vida sin él. Así lo corrobora la pequeña de la casa, Elena Salcedo, cuyo rostro es de sobra conocido por los forofos del baloncesto riojano al liderar el mejor Bosonit Unibasket de España. De tal palo, tal astilla.

Aunque la jugadora que acaba de cumplir 250 partidos en las canchas esté atravesando uno de los momentos más dulces de su carrera, asegura que en su niñez sufrió en sus propias carnes el menosprecio de sus compañeros de colegio por el simple hecho de practicar un deporte. Apelativos despectivos como 'marimacho' le han acompañado durante años por elegir unas actividades físicas que erróneamente estaban mejor vistas para el género masculino.

La sociedad que criticaba a Julia por salir en mallas e insultaba a Elena por jugar con el balón en el recreo ha evolucionado, afortunadamente para todos, pese a que todavía quede mucho por hacer.

Por ello y con motivo del Día de la Mujer, Diario LARIOJA ha querido juntar a madre e hija en ese parque en el que tantos momentos han vividos juntas para analizar el pasado, presente y también el futuro del deporte femenino en la comunidad. Gracias a mujeres como ellas, que allanaron el camino hacia la igualdad, muchas niñas pueden soñar libremente a día de hoy con ser una gran deportistas a nivel mundial.

«La gente me miraba con cara rara cuando salía con mi pantaloncito a correr»

Julia Gadea Campeona de España de maratón

«La gente me miraba con cara rara cuando salía con mi pantaloncito a correr»

La fondista riojana ha compaginado su vida como deportista con su trabajo como administrativa y la crianza de cinco hijos

Julia Gadea es una mujer todoterreno y lleva siéndolo toda su vida. Echó a correr por primera vez a sus 40 años llevando sobre su espalda el peso de una familia numerosa. Ha criado hasta cinco hijos mientras trabajaba como administrativa y se preparaba, en sus pocos ratos libres, para competir en las citas de atletismo con más renombre nacional e internacional, colgándose el oro en muchas de ellas. A sus 69 años, la fondista riojana ha dejado atrás su etapa de alto rendimiento aunque no hay ni un solo día del año en el que no se enfunde sus deportivas para seguir disfrutando de su pasión.

– ¿Cómo llega el deporte a su vida?

– Había hecho patinaje artístico de competición toda la vida pero tuve que parar en el momento en el que empecé a tener hijos. Cinco en total. Casi nada. Retomé el deporte a los 40 años, cuando los tenía más o menos criaditos y en el colegio. Me planté por primera vez unas zapatillas y empecé a correr sin pretensiones nada.

– Se le dio bastante bien.

– Sí, la verdad es que sí. Yo venía a entrenar al parque del Ebro cuando me propusieron mi primera carrera. Yo alucinando, claro, porque me parecía un mundo... pero probé suerte y se me dio bastante bien. Sacaba buenos tiempos y cuando llevaba cuatro o cinco años corriendo, mi marido Javier me animó a que me presentara a los Campeonatos de España.

– ¿Cuáles han sido los mayores hitos de su carrera deportiva?

– He sido durante diez años seguidos campeona de España de media maratón y otros diez campeona de España de maratón. Luego empecé con los Europeos, en los que estuve en dos o tres, que también gané para llegar al Mundial en el que pude hacerme con el oro. Esa es un poco mi historia.

– ¿Cómo pudo compaginar todo eso con la crianza de sus cinco hijos? Más aún en los tiempos en los que competía...

– Pues hilando muy fino. Salía a correr muy temprano por las mañanas, cuando ellos todavía estaban durmiendo ya que durante el resto del día me era imposible. Por las mañanas trabajaba, por las tardes tenía que recoger a los niños del colegio y después ponerme a estudiar con ellos. Y luego, los fines de semana, me los llevaba a las carreras a que me animaran.

– Otras muchas veces se los llevaba a entrenar con usted.

– Sí, la verdad es que yo no desaprovechaba ningún momento del día. Cuando tienes que ajustar tu horario a trabajo y a la crianza de cinco hijos, lo cierto es que los huecos para entrenar son bastante pocos. Entonces, yo les cogía sus bicicletas y me los llevaba conmigo. Cuando tenían tenis, pues también. Les entraba a la actividad extraescolar que tocara ese día y, mientras tanto, yo me ponía a hacer mis series en el Adarraga. Me lo montaba así y la verdad es que me dio buen resultado.

– ¿Se sintió prejuzgada por la sociedad de aquel momento?

– Aquí en Logroño había muy poca gente que corriera, mucho menos mujeres. La gente me miraba con cara rara cuando salía de mi casa con mi pantaloncito corto para correr. Me miraban cuando las terracitas estaban llenas de gente como diciendo, ¿y esta a dónde va? Ahora estamos muy acostumbrados a ver a la gente haciendo deporte, pero antes no era lo normal.

– ¿Y en las competiciones?

– Eso ya era diferente. Ahí no era la rara. Tanto en Europa como en comunidades como Cataluña o País Vasco tenían mucha más tradición de correr por la ciudad que aquí y había más representación femenina.

– Ha vivido en su propia piel la evolución de la figura de la mujer en el deporte.

– Es que antes apenas teníamos opciones para vivir del deporte, cosa que ahora sí, tanto en el fútbol, en el baloncesto... todo está despertando y fíjate qué equipos. Fíjate ellas –en referencia al equipo en el que juega su hija– qué año están haciendo. Pero cuando yo era joven no existía eso. Ahora da gusto ver los gimnasios llenos de gente, llenos de chicas levantando pesas. En aquella época éramos pocas y las que lo hacíamos era porque realmente nos gustaba.

– ¿Qué siente al ver a su hija siguiendo sus pasos?

– Voy a ver a mi hija en todos sus partidos y se me cae la baba. Estoy tan orgullosa de ella. Ha dedicado toda su vida al deporte y el baloncesto es una parte indispensable de ella. Ha sacrificado sus fines de semana, no ha venido a reunión familiares... todo por el deporte. Ahora la veo en la cumbre de su carrera y me digo: es que se lo ha ganado.

– ¿Cómo ve el futuro?

– Han avanzado mucho las cosas y siempre a mejor. En nuestra época no se nos daban opciones a las mujeres. Los chicos podían hacer todo lo que querían, pero nosotras no. Entonces, el que a los niños ahora se les abra un abanico infinito de alternativas es súper necesario. Se ha avanzado muchísimo y seguiremos peleando para que esto vaya a más.

«En el colegio me llamaban 'marimacho' por practicar varios deportes»

Elena Salcedo Jugadora del Bosonit Unibasket

«En el colegio me llamaban 'marimacho' por practicar varios deportes»

La jugadora de baloncesto ha crecido en una casa en la que el deporte era una religión teniendo a su madre como mayor referente

Elena Salcedo recuerda su infancia con una sonrisa en la boca. En una casa con siete personas la diversión estaba asegurada así como la práctica de algún deporte dada la afición y devoción de sus progenitores. Sobre todo, de su madre. Ella ha sido su mayor ejemplo a seguir en un mundo en el que las mujeres apenas tenían cabida en la práctica deportiva. Eligió el baloncesto después de probar otras muchas disciplinas encontrando en las canchas su razón de ser. Ahora, a sus 34 años, está en el mejor momento de su carrera junto al Bosonit Unibasket.

– ¿Cómo recuerda su infancia?

– Imagínate en una casa de siete. Una locura en general. Sí que recuerdo a la perfección cómo mi madre se iba de casa por la mañana y cómo luego, algunas tardes, nos llevaba a todos a jugar al parque del Ebro mientras ella hacía series. Además, mi hermano Mario y yo, que somos los más pequeños, éramos los que más les acompañábamos a las competiciones durante el fin de semana. Recuerdo estar en muchos viajes con el Club Maratón Rioja y todo lo que ello suponía. Tengo muy marcada la imagen del Maratón de Madrid, que fue durísimo para ella porque entró a la meta cojeando.

– ¿Qué aprendió de aquellos años?

– Que todo esfuerzo tiene su recompensa. Hemos crecido con ese saber sufrir, ese darlo todo para conseguir tus objetivos. Lo hemos mamado desde que éramos muy pequeños aunque podemos extrapolarlo hasta el día de hoy ya que en nuestra familia es inconcebible el hecho de no hacer deporte a diario. La gente se sorprende de que todos lo practiquemos, pero no es casualidad. Mi padre siempre ha estado con el fútbol, el tenis, corriendo... Mi madre con el patinaje y con el correr... Entonces, claro, es nuestra filosofía de vida, es como el comer.

– ¿Siempre supo que lo suyo era el baloncesto?

– ¡Qué va! En el colegio jugaba al fútbol pero luego mis padres me apuntaron a tenis y me gustaba mucho. Lo compaginé durante un tiempo con el baloncesto pero llegó un momento en el que tuve que elegir entre un deporte y otro, y menos mal que decidí seguir en las canchas. Me está dando muchas alegrías este deporte. Lo que estamos consiguiendo esta temporada es increíble.

– ¿Qué le decían sus compañeros al ser una niña tan atlética?

– Yo era una rara avis cuando era pequeña. Era muy atlética, practicaba muchos deportes y en el colegio era considerada como una 'marimacho' por ello. Ese concepto incluso, ese 'marimacho', hacía referencia al género masculino porque como hacía deporte tenías que ser un tío.

– Además de su madre, ¿tuvo algún referente femenino?

– Mira que hemos avanzado desde que mi madre echó a correr, pero cuando empecé a jugar apenas tenía referentes fuera de mi casa. Sí se escuchaban grandes nombres del baloncesto o del fútbol, todo chicos, pero no había apenas nombres de chicas. Se oía el nombre de alguna tenista como Sánchez Vicario, pero fíjate qué cantidad de cosas tenían que lograr las mujeres para que se les diera voz en aquel momento. Ahora, sin embargo, es maravilloso ver cómo las niñas nos miran con admiración en los partidos y nos piden autógrafos. Eso nunca lo hemos podido tener nosotras.

– Ha vivido en su propia piel la evolución de la figura de la mujer en el deporte.

– Seguimos siendo parte del proceso, aunque hemos avanzado mucho. No hay más que ver lo que le decían a mi madre por el simple hecho de vestir unas mallas, cuando ahora es lo más normal del mundo hasta para la gente que no sale a correr.

– ¿Cómo ve el futuro?

– Como un mundo mejor. Ya lo estoy viendo. Ahora se nos da más espacio en los medios de comunicación, se nos da una mayor visibilización y esto tan solo es el principio.

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