El Recoletas saca los colores al Logroño

Porque no ha podido ser peor el inicio del Ciudad de Logroño. Desacertado en ataque, desconcentrado en defensa, los franjivino parecían recién sacados del confinamiento. No ha dado ni una el conjunto riojano en el primer tramo del encuentro, ante un Atlético Valladolid ha hecho hizo lo que ha querido con la endeble retaguardia visitante, con un Ander Ugarte que ha campado a sus anchas por los seis metros que supuestamente debían vigilar los hombres de Velasco.

En ataque, Serradilla, Cadarso, Ceretta, Hackbarth, Dorado y Moreira estaban desaparecidos en acción, cometiendo pérdidas continuas del balón, pasando directamente a la grada, lanzando muy poco a un César Pérez que con el paso de los minutos se ha ido creciendo.

El primer tanto riojano ha llegado poco antes de cumplirse el séptimo minuto de juego, cuando el Recoletas ya ganaba 5-0. Las cosas no han mejorado con el primer tiempo solicitado por Velasco, cuando el marcador señalaba un 8-2 vergonzoso. Tampoco han cambiado las tornas con Erik Balenciaga sustituyendo a Cadarso, Oswaldo a Ceretta y Casado a Serradilla. El equipo franjivino era un muñeco de trapo a merced de un Atlético Valladolid que se crecía frente a su gente.

Cuando la defensa ha empezado a juntarse, a ganar confianza, Rangel da Rosa ha empezado a tocar cuero, lo que ha dado más opciones a un bloque riojano que continuaba chocándose con César Pérez. Muestra de ello han sido las contras que fallaron Serradilla y Casado ante un César Pérez que se ha marchado en esa primera parte con diez paradas. Pero es que Rangel solo ha detenido una menos, lo que evidencia el mal juego riojano.

En la segunda parte, los franjivino han podido acercarse, colocarse a cuatro goles de la remontada, pero no era su día: la ansiedad y el mal juego es un cóctel imposible de digerir. Ante la ausencia de ideas, Balenciaga y Casado han intentado la otra vía, la del pundonor. Pero los acercamientos acababan en eso, cosquillas para un Atlético Valladolid muy superior que ha demostrado regularidad a lo largo de los sesenta minutos. Una virtud de la que ha carecido el bloque riojano, hundido defensivamente y que deberá reaccionar si no quiere sufrir un nuevo golpe el próximo sábado, en casa del Villa de Aranda.