El Logroño gana el partido que nunca debió jugarse

El equilibrio fue una constante en el primer tiempo. Con escasas diferencias en el marcador, el Ciudad de Logroño comenzó con una tímida renta gracias a un Oswaldo Maestro muy activo. El equipo riojano jugaba bien, pero comenzaba a mostrar la hilacha de los últimos choques: una falta de acierto sonrojan en algunos casos, especialmente desde la línea de siete metros. Porque en esa primera parte los franjivino fallaron los cuatro penaltis que lanzaron Oswaldo, Hackbarth y Edu Cadarso, en dos ocasiones (Balenciaga desperdició otro en la segunda parte). Y así es muy difícil ganar encuentros ante rivales directos.

Y aprovechando tantos errores en los lanzamientos, en el ecuador de esa primera parte, y gracias también a la efectividad de Dino Slavic, el Ademar se adelantó en el marcador. Entonces, Sánchez-Migallón ajustó su defensa y en un parcial 1-5, los riojanos volvieron a tener el control del luminoso, que continuaba manteniéndose en números bajos.

Por aquel entonces, la primera línea visitante, que durante los sesenta minutos jugó con dos centrales, le había pillado el truco a la defensa local y Tomás Moreira se hizo dueño de los seis metros. El pivote fue un dolor de la cabeza para el 6-0 ademarista, que no sabía cómo detener al gallego. Y pese a fallar lanzamientos, un último arreón más de coraje que de táctica permitió a los riojanos marcharse al descanso arriba 11-14.

Pero el Ciudad de Logroño sabía que eso era León y que el Ademar en su pista es capaz de remontar el resultado más adverso. Y a punto estuvieron los pupilos de Manolo Cadenas de cumplir con ese mandato después de que en un gran inicio de segunda parte, y ayudado por las paradas de Rangel Luan da Rosa, el bloque franjivino abriese una diferencia de seis goles (15-21), lo que obligó al técnico leonés a quemar sus tiempos muertos en cinco minutos.

Y así fue. El Logroño bajó en intensidad, cometió algunos errores y el Ademar se le subió a las barbas, lo que obligó a los riojanos a regresar a la seriedad inicial. Las paradas de Rangel en el último tramo y un buen Balenciaga y un acertado Oswaldo sentenciaron un choque que se espera que no traiga más cola.