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La ansiedad nunca es buena consejera. Los nervios llevan a la precipitación, al error, al desenfoque. Que se lo digan al Ciudad de Logroño, que tuvo que sufrir para ganar a un correoso Benidorm, que desestructuró a los de Velasco atacando prácticamente todo el encuentro ... con doble pivote. Y fue cuando el conjunto riojano se relajó, mató la ansiedad con tranquilidad y liquidó el encuentro en el ecuador de la segunda parte. Hasta entonces, los alicantinos fueron un dolor de cabeza.
Porque los de Fernando Latorre sorprendieron a los locales atacando con siete jugadores y sin portero, condicionando el encuentro a menos ataques posicionales del conjunto riojano. Sin anestesia y en detrimento del espectáculo. Pero Europa está en juego y el Benidorm quiere sumarse a esa larga lista de pretendientes.
Tardó en reaccionar el conjunto de Velasco a ese sistema tan polémico (muchos son los que afirman que destruye la esencia del balonmano), aunque se defendió bastante bien del doble pivote. Sin embargo, durante los primeros diez minutos fue el conjunto levantino el que fue por delante en el marcador. Con rentas cortas, pero comandando el luminoso.
Ciudad de Logroño
31
-
24
Benidorm
El Ciudad de Logroño tuvo que redoblar esfuerzos y ayudas en la defensa. Y su falta de puntería desde su campo (el portero Jorge Pérez falló dos lanzamientos y Edu Cadarso otro) perdonó al Benidorm, aunque el cuadro franjivino siempre estuvo metido en partido.
Un tanto de Agustín Casado después de un par de efectivas defensas permitieron al Ciudad de Logroño ponerse al frente poco antes de cumplirse el minuto 10 (4-3). A partir de ahí, ambos equipos se repartieron aciertos y errores. En el ataque posicional, el conjunto de Velasco acusó, otra vez, la falta de un zurdo en la primera línea. David Cadarso ocupó algunos minutos esa parcela, pero el equipo riojano no le pudo sacar jugo suficiente. Entonces los franjivino optaron por buscar a Tomás Moreira, uno de los hombres más en forma del conjunto que dirige Miguel Velasco. Pero el gallego estaba bien custodiado por una muralla construida por Oliver, Carlos Grau y Folqués. Imposible entrar por ahí. Además, los árbitros permitieron pocos forcejeos en esa línea de seis metros, por lo que el juego con el pivote estaba demasiado condicionado. Por ahí, no.
Un par de errores en el minuto final de esa primera parte permitió al Benidorm marcharse a los vestuarios con una renta mínima (10-11). Era algo anecdótico porque el partido quedaba muy abierto para la segunda parte. El Ciudad de Logroño debía encontrar su mejor defensa, darle más ritmo al partido y relajarse, sobre todas las cosas.
Erik Balenciaga comenzó a manejar los hilos del Ciudad de Logroño. Y el equipo se activó. Los riojanos fueron desgastando a su rival en ataque y en defensa se fue encontrando cada vez más cómodo. Para el minuto 45, el conjunto franjivino ya era un equipo mucho más reconocible. Serradilla y Sánchez-Migallón anularon a Oliver y a Gonzalo Porras en los seis metros, Feuchtmann, Nolasco, Parker, Grau y Rivero empezaron a chocar con la muralla defensiva. Y las cosas empezaron a salir rodadas: goles en primera y segunda oleada de contraataque, ataques pausados y muy tácticos y el Ciudad de Logroño levantó vuelo.
Esto permitió que Velasco, que ayer celebró su cumpleaños 37, moviera el escaso banquillo con el que cuenta. Delcio Pina le dio un respiro a Casado en la primera línea; Edu Ortiz, David Cadarso y Hackbarth se turnaron en el extremo derecho; Mario Dorado le dio oxígeno a Sánchez-Migallón y Ernesto Goñi gozó de algunos minutos.
El conjunto riojano se hizo así, gracias a la mesura, con un triunfo que le mantiene en la zona alta de la clasificación y en la lucha por unas plazas europeas que este año serán carísimas.
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