El Ciudad de Logroño no logra encadenar alegrías. Tras la derrota en Dinamarca en la EHF Liga Europea, los de Miguel Ángel Velasco volvían a la competición doméstica con la intención de dar continuidad a su último triunfo frente al Torrelavega. Sin embargo, se encontraron ... con un Recoletas Atlético Valladolid superior, sobre todo en el segundo tiempo, y se volvieron a tierras riojanas sin puntos (29-25).
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No fue un partido el de este sábado de transiciones rápidas. Ninguno de los equipos gozó de demasiadas oportunidades para correr. Apenas hubo contragolpes ni contragoles. Todo, o casi todo, se jugó en estático y ahí no hay dudas, el que más acierto tiene en ataque es el que gana.
El encuentro caminó muy parejo en la primera parte. Logroñeses y vallisoletanos se repartían errores y decisiones adecuadas. Cuando uno metía la pata, el rival tampoco hacía las cosas bien en el campo contrario. Y cuando un equipo trataba de abrir brecha en el marcador, ahí estaba el oponente para responder.
Así, el encuentro se movía en rentas muy escasas. La mayoría del tiempo transcurrió empatado o con ventajas de uno o dos goles para ambos conjuntos. No en vano, si en ataque los aciertos y los errores se repartían, lo mismo ocurría en la portería. Tanto Mohamed Aly como César Pérez sostenían a sus respectivos compañeros con sus paradas. Así, el descanso se alcanzó con un ajustado 11-10 para el Atlético Valladolid y con todo por decidirse en el segundo acto.
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Quedaba por ver cómo avanzaba el partido en la segunda parte y cómo el Logroño se enfrentaba a una rotación de jugadores más corta que la de su rival y a esta primera semana en la que la competición europea se alternaba con la Asobal. Y los de Velasco no salieron bien parados después del descanso.
El choque seguía con un ritmo lento y el Ciudad de Logroño continuaba apurando sus ataques hasta el limite. No en vano, muchos de ellos terminaron cuando los colegiados estaban con la mano levantada avisando de un posible pasivo. Es cierto que, sobre todo en la primera mitad, bastantes de esos ataques terminaron en gol, pero en la segunda ocurrió lo contrario: la mayoría finalizó sin el balón en la portería rival.
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Quizás fruto del cansancio acumulado, el Logroño se mostró menos fresco que su rival tras el paso por los vestuarios. En ataque las cosas no fluían y tampoco lo hacían en defensa. La portería desapareció y Velasco apostó por un Palasics que tampoco pudo mejorar los números de su compañero de puesto. Por el contrario, en los locales Freitas hacía y deshacía a su antojo para poco a poco ir abriendo una brecha en el marcador que resultaría ya insalvable para los logroñeses.
A falta de poco más de ocho minutos para el final, los vallisoletanos ya dominaban por cuatro tantos y el Logroño no daba síntomas de poder remontar. Esas sensaciones se acabaron confirmando en esos instantes finales, puesto que lo máximo que los franjivino consiguieron acercarse fue a dos goles. En ningún momento, como sí había ocurrido en derrotas anteriores, los de Velasco estuvieron en disposición de pelear ni por puntuar en esos compases decisivos. El Valladolid había sido mejor.
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