Ni las renuncias de Estados Unidos y República Checa; tampoco la inmensa actuación del veteranísimo Raúl Entrerríos en su última batalla mundialista. La sensación del certamen que se disputa estos días en Egipto es otro bicho. Uno que pesa casi 140 kilos y que es ... la antítesis a un deportista de élite. Gauthier Mvumbi Thierry es congoleño y hasta el mismísimo Shaquille O'Neal le ha echado flores. Juega de pivote. Y lo hace realmente bien. Su inmensa figura, como no podía ser de otra forma, se hizo viral y poco tardaron los gurús del balonmano en salir a protestar, incluso a llorar, que si este noble deporte solo es noticia con trivialidades como la del 'Gigante' y cuestiones similares.
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Por obvias razones, y aunque me saque varios kilos, me identifico con el bueno de Gauthier. Ambos somos fuertecitos y deportistas (servidor de manera amateur). Y no hay que equivocarse: Gauthier no es Eric Moussambani, aquel 'nadador' olímpico guineano que casi se ahoga en una piscina de Sidney. El congoleño es un buen pivote. Nadie le puede disputar un balón en seis metros, gira de manera soberbia y tiene un lanzamiento eficaz (lleva 13 goles en 14 tiros en Egipto). El exfranjivino Guillermo Barbón, que durante estos días busca regresar el balonmano a Albelda, le ha enfrentado y da fe de su calidad. Además, es un buen mensaje al mundo: en el balonmano no importa tu estatura, tamaño, color o calidad. Todos tiene cabida.
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