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Jorge Pérez fue el héroe de la noche. El joven guardaameta salió al rescate de un opaco Ciudad de Logroño, en su versión más triste de este primer tercio de Liga. El zaragozano, con el tiempo concluido, detuvo un penalti a un Víctor Alonso ... que haste ese entonces había sido un dolor de cabeza para una defensa franjivina que este martes cuajó, probablemente, el peor encuentro en mucho tiempo. Falto de ritmo y siempre a destiempo, la retaguardia riojana fue un auténtico desastre, permitiendo que un equipo como el Puente Genil, que acababa de salir de los puestos de descenso, le dejara en evidencia.
Pero el jovencísimo Jorge Pérez, que reemplazó a un Sergey Hernández que estuvo igual de gris que su defensa, volvió a meter al equipo franjivino en partido cuando el Puente Genil abrió un hueco prácticamente definitivo (30-33) a falta de ocho minutos. Y en los cinco minutos finales, blindó la portería, poniendo paños fríos a una situación que parecía irse de las manos al Ciudad de Logroño.
Y mientras Jorge Pérez custodiaba la portería local, Erik Balenciaga mantenía a flote a los suyos en ataque. Ante la inoperancia del equipo en líneas generales, el central vasco salió al rescate, siempre al borde del pasivo, para seguir a remolque de un Puente Genil que jugaba más tranquilo que en los primeros treinta minutos. Una primera parte que fue un correcalles, un toma y daca donde los ataques triunfaron sobre las defensas. El 21-19 con el que se marcharon a los vestuarios ambos equipos fue el reflejo de ello.
Comenzó golpeando el Ciudad de Logroño, mejor parado en su pista, aunque la retaguardia comandada por Miguel Sánchez-Migallón y Kule Kusan no supo leer el ataque del Puente Genil. Una ofensiva con un protagonista: Juan Castro. El exfranjivino no descansó ni un segundo en esa primera parte. Comenzó de central, pero cuando Estepa, que tambvién fue un dolor de cabeza para la defensa local, se sentó, el leonés ocupó el lateral izquierdo.
Por sus manos pasaron todos los goles del conjunto cordobés en esa primera parte. Marcando o asistiendo a Dashko, Estepa o Javi García en el pivote, todos los ataques pasaban por Juan Castro. La defensa franjivina no supo frenarle y permitió que el Puente Genil estuviera siempre encima de un Logroño que tomó la delantera pero que no se pudo despegar de un pegajoso rival como el Ángel Ximénez.
El conjunto de Miguel Velasco intentó dar ritmo al partido, impidiendo que los cordobeses respirasen cada vez que marcaban. Y en el posicional, los riojanos jugaron con acierto bajo la batura de un gran Balenciaga. El zauztarra, acompañado por Junior Scott e Imanol Garciandia, eligió siempre la mejor alternativa. Pero era la defensa la que debía dar un paso hacia adelante.
Algo que no sucedió. Para colmo, Sergey Hernández no estuvo acertado -cuatro paradas en 23 lanzamientos es muy poco para el guardameta navarro- y eso lo sintió el equipo. Cierto es que la retaguardia tampoco ayudó al meta a blocar algunos de los lanzamientos desde los nueve metros.
Así las cosas, con un Ciudad de Logroño haciendo aguas en defensa e intentando despegarse del intenso Puente Genil, los equipos se marcharon a los vestuarios con el 21-19 en el luminoso. Cuarenta goles que son demasiados para un Palacio acostumbrado a defensas más aplicadas.
Nada cambió en la segunda partre. La defensa continuó jugando desordenada, prácticamente descabezada, sin ideas, sin reacción. Y ante una retaguardia complentativa, Juan Castro y Víctor Alonso jugaron a sus anchas, hicieron lo que quisieron, dejando demasiadas veces en evidencia a los defensores locales.
Con la entrada de Jorge Pérez, el equipo fue cambiando de tonalidad. Cierto es que no mejoró mucho el nivel defensivo, pero metió a los suyos en partido. Y así se llegó a los minutos finales, con un Ciudad de Logroño aupado por su público, con Jorge Pérez cerrando la puerta a los cordobeses y Balenciaga remontando a puro coraje.
Ya en ese minuto final, con los tiempos muertos agotados, Balenciaga adelantó al Logroño (35-34), Imanol Garciandia se fue excluido a falta de 15 segundos, y a falta de cinco, los árbitros (muy desacertados) pitaron la pena máxima con la que Jorge Pérez se convirtió en el héroe de la noche.
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