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Las meigas no existen, pero haberlas, haylas. Esas brujas gallegas que llegaron en el autobús del Frigoríficos de Morrazo a punto estuvieron de arruinar la cuarta victoria consecutiva del Ciudad de Logroño, que tuvo que trabajar mucho para sacudirse el mal de ojo y ... conseguir una nueva victoria que le mantiene en la zona alta de la clasificación.
Es que pareció gafado el Ciudad de Logroño en la primera parte. Nada parecía salirle bien. Pero esa mala suerte comenzó antes. En concreto, el miércoles, Rudolph Hackbarth entró desde el extremo para marcar un gol y pisó el pie de un defensor del Cisne para lesionarse en el tobillo. El brasileño no pudo ser convocado. El mal fario siguió minutos antes del inicio del encuentro, cuando Rangel da Rosa se fastidió el tobillo en el calentamiento. Y a los dos minutos de iniciarse el choque, el que tuvo que salir renqueante fue Delcio Pina. Problema tras problema y sin demasiado fondo de banquillo, parches para buscar soluciones.
Encima, el Ciudad de Logroño cogió en esa primera parte a un Javi Díaz inspirado. El veterano portero fue un dolor de cabeza para los atacantes franjivino, que se la pegaron con el arquero gallego una y otra vez. Un frontón. Parecía que el Cangas había desembarcado en el Palacio de los Deportes con un cargamento lleno de meigas. El Palacio de los Deportes puede dar fe que ayer las había.
De esta forma, con un Jorge Pérez que no lograba coger buena dinámica en portería, una defensa que se movía a trompicones, y un ataque posicional más atascado que fluido, el conjunto local fue siempre a remolque, luchando para quebrar el muro de Javi Díaz y sacudirse esas malditas brujas que rondaban por las cabecitas de los jugadores. Porque era todo más mental que táctico, ya que situaciones se creaban. Solo había que materializarlas.
Remando contras sus propios fantasmas, con más orgullo que táctica, el Ciudad de Logroño aprovechó la exclusión de Cerqueira para ponerse al frente del marcador por primera vez en el minuto 27, aunque la suerte no mejoraría demasiado. Porque el Cangas, muy serio en el estático, supo superar la defensa riojana con un buen Alberto Martín en el pivote y con David Iglesias martillando desde el lateral izquierdo. Así, todo quedó para definirse en la segunda parte (13-13 al descanso).
La segunda parte fue otra cosa. Por suerte para los intereses locales, que empezaron a abrir hueco con el pegajoso Cangas, que fue perdiendo fuelle a medida que se quedaba sin gasolina. Javi Díaz tocó menos cuero, la defensa franjivina incrementó la intensidad y las diferencias empezaron a ser más claras entre un equipo que lucha por meterse en Europa y otro cuya batalla es en el fondo de la clasificación.
Sin embargo, el cuadro gallego dio la cara hasta el final, ya con menos pólvora que antes, pero con mucho corazón. Erik Balenciaga marcó las diferencias en el ataque logroñés, incrementando un punto la velocidad y ritmo de juego, saliendo a la contra cada vez que pudo, encontrando huecos en la muralla construida en la primera parte por Javi Díaz. Y si el central de Zarautz funciona, el equipo baila a su compás. Agustín Casado encontró más espacios; también el batallador Tomás Moreira y un Sánchez-Migallón en su versión más goleadora desde el extremo cuando tenía el cambio largo.
Con la máquina a pleno rendimiento, el Logroño controló el encuentro en el ecuador de esa segunda parte para sentenciar unos minutos después. Por delante le espera una semana ajetreada con visitas a Benidorm y Puerto Sagunto, aguardando a que las meigas regresen a Galicia.
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