Ridículo en Pucela

El Naturhouse sigue ahondando el fondo de su pozo tras recibir una paliza de un meritorio Atlético Valladolid

LA RIOJA

Sábado, 8 de abril 2017, 16:21

Al Naturhouse no le vale el fondo del pozo. Enfangado en este momento incomprensible que vive, parece empeñado en cavar para ir más hondo.

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Este sábado, los de Jota González han caído en casa del Atlético Valladolid, un equipo al que deberían haber vencido porque, ... por plantel, parece netamente inferior.

Pero quizá haya que preguntarse si a estas alturas hay algún equipo que se pueda considerar "inferior" a este Naturhouse. Porque un equipo que, de repente, decide dejar de jugar a mitad del encuentro no es candidato a ganar con comodidad a nadie; y sí, por el contrario a ser humillado por cualquiera, a hacer el ridículo.

Como ha pasado en Pucela.

Así, el partido ha ido igualado hasta cosa del minuto 10 de la segunda parte. Habitualmente, con rivales así, el Naturhouse de hasta hace un par de meses se despegaba justo en ese momento, cuando empezaba a hacerse notar la diferencia de calidad, kilos y fondo de banquillo con el rival. Pero ahora ocurre lo contrario: todo el mundo empieza de repente a botarse el balón en el pie, a pasar la bola a la grada, a tirar al bulto del defensor. A, de repente, irse del encuentro, sin que desde el banquillo se encuentren soluciones.

Valga un ejemplo: hasta ese momento, Haniel Langaro llevaba 7 de 9. A partir de ahí, encadenó seis fallos seguidos en el lanzamiento. Y con él, el resto del equipo: desaparecido, borrado por un rival menor.

Y eso que todo empezó bien, con un parcial de 0-3 de inicio que obligó a Nacho González a solicitar el primer tiempo muerto. La reacción local puso el marcador en empate muy pronto (5-5) y así iba a seguir toda la primera parte 13-13 al descanso.

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La segunda parte, lo dicho, no empezó mal. Hubo un 17-19, pero ahí llegó el apagón. Llegó el 21-19, el 24-21, el ¡28-22! a estas alturas el Atlético Valladolid ya parecía el Kiel. Y el Naturhouse, lo que viene siendo: un rival necesitado de una sesión de psicoanálisis.

Y mientras, el pozo es cada vez más profundo. Qué lástima. Y qué miedo.

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