«Cuando volví quería llorar de felicidad. Llevaba diez meses luchando para eso»

Adrijana Knezevic | Jugadora C. Promete ·
La serbia jugó ante el Valencia tras romperse la rodilla por segunda vez en febrero

Víctor Soto

Logroño

Viernes, 24 de enero 2020, 07:44

Adrijana Knezevic se llevó la gran ovación del Palacio de los Deportes el domingo. La alero serbia volvía a las canchas para jugar dos minutos contra el Valencia. Todavía recuerda el momento con emoción. Detrás de esos segundos, más de diez meses de trabajo tras ... lesionarse en febrero de la rodilla. Ya le había ocurrido lo mismo en marzo del 2018. Dos roturas de ligamento idénticas y en la misma articulación que podían haber acabado con su carrera. Pero, a los 33 años, Knezevic aún quiere dar mucha guerra.

- ¿Cómo se encuentra?

- Muy contenta y con muchas ganas. Hasta ahora sólo había sido trabajo y más trabajo. Ahora empieza lo de verdad, la competición, y comienzo a ver un poco de luz en el túnel.

- La recuperación siempre es dura: en solitario, con gimnasio, rehabilitación... ¿Cómo la ha vivido?

- Había días en los que pensaba que vivía en el Palacio. Todos, para recuperarnos, sabemos que hay trabajo. Y necesitas estar mentalmente muy fuerte. He tenido momentos buenos y otros malos. Muchas veces con ganas de llorar, otras en las que quería jugar ya... Tenía que controlar esas emociones en estos diez meses. Ahora estoy cerca de competir y poco a poco voy a entrar en ese ritmo. Y creo que esta vez voy a tener mucha más suerte. Además, el equipo está en buena dinámica. No necesito fustrarme ni estar nerviosa sino ir paso a paso. En uno o dos partidos no puedo volver y jugar 40 minutos.

- Tras dos lesiones similares, ¿llegó a pensar en dejarlo?

- Sí, cuando me lesioné por segunda vez. No sabía si estaba preparada para pasar el verano en Logroño trabajando. Me lo pregunté mil veces pero me di cuenta de que mucha gente de Logroño y del club me quería mucho y me obligaron a seguir. Mentalmente creo que soy fuerte y lo quería intentar. Porque el baloncesto es mi gran amor y si tenía que dejarlo lo quería hacer con buenas sensaciones.

- ¿Y cómo fue cuando Julián Martínez, el técnico, le comentó que iba a jugar ante Valencia?

- Julián me preparó y me dijo que si iba el partido bien me metería en pista, que no me preocupase, que serían dos minutos para sentir lo que es un partido. Durante la semana no quería pensar en nada, pero el domingo me sentí muy bien calentando. Y cuando me dijo que me preparase, con la grada emocionada conmigo, no podía ni respirar. Me sentí muy nerviosa, quería llorar de felicidad porque llevaba diez meses luchando por ese momento. Se me acumuló todo y cuando entré en pista mi sensación era buena, pero casi no podía moverme. No me relajaba. Creo que es normal. Espero que en el segundo partido, en Zamora, si hay oportunidad de jugar, todo cambie.

- Pocos clubes apuestan tanto por una jugadora...

- Campus Promete es mi segunda casa. Tras dos veranos aquí, me siento como en Serbia. Nuestro presidente, su mujer, la gente de oficinas, dela Fundación... les agradezco que creyesen en mí y me permitiesen seguir con la ilusión del baloncesto. Intento devolver lo que me ha dado el club. Cualquier cosa que me pidan intento hacerla, no por obligación, sino porque disfruto. Les agradezco mucho que apostasen por mí y espero devolver ese cariño en pista también.

- La llegada del nuevo entrenador ha cambiado la dinámica. ¿Por qué?

- Todas nuestras jugadoras tienen mucho talento. Estamos en el camino. Julián ha cogido lo mejor de cada una y lo ha puesto para el equipo. Eso nos está dando resultados. Nos queda mucho trabajo porque ya no vamos a mirar hacia abajo, sino hacia arriba. No tenemos que volvernos locas con el 'play off', pero sí en estar concentradas para mejorar.