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«Iba con el balón, se me pusieron dos delante y, como quedaban cinco segundos, no podía hacer nada y lo eché para atrás». «Y yo lo vi, cogí el pase en el aire, no quedaba tiempo y tiré». Así, con la naturalidad y la ... espontaneidad propias de dos niños de 12 años cuentan Beltrán Cámara e Íñigo Espert la canasta que fabricaron hace unos días en la International Valencia Cup y que se ha convertido en viral gracias a las redes sociales.
El partido en el que se desarrolló esta acción medía al Berón alevín riojano con un combinado mexicano y la canasta fue tal y como la cuentan sus protagonistas. Un 'alley-oop' con una asistencia de espaldas desde casi el centro del campo. Un imposible convertido en realidad que una madre inmortalizó y que empezó a correr como la pólvora por la red. Varias cuentas especializadas en baloncesto la compartieron y la jugada ya supera las 50.000 reproducciones solo en Twitter.
¿Fue cuestión de suerte? Se dice que los niños nunca mienten y tanto Beltrán como Íñigo no dudan en responder con un rotundo 'sí' a esa cuestión, aunque tanto ellos como su entrenador admiten que en los entrenamientos prueban fortuna con ese tipo de jugadas. «Cuando acabamos de entrenar siempre intentan tiros desde el centro del campo o de espaldas; y, cuando tienen 20 segundos entre ejercicio y ejercicio, también», explica Sergio Cuesta, su técnico. «Sale una vez de 200, pero este es un equipo con mucho talento y así es más fácil que salgan este tipo de cosas», añade. De hecho, Cuesta recuerda que en ese mismo torneo otro jugador del equipo (Daniel) metió un tiro desde el centro del campo y otro más (Diego) hizo un mate en el calentamiento.
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Luismi Cámara
Ja Morant y Kobe Bryant son los ídolos de los dos jóvenes riojanos protagonistas de la canasta, quienes explican que han intentado cosas parecidas en los entrenamientos y que alguna vez les ha salido. De hecho, ayer, para la elaboración de este reportaje, trataron de emular la canasta de Valencia y, aunque les costó varias intentonas, finalmente lograron el objetivo. Todos esos intentos en balde demuestran la dificultad de la jugada. Y más todavía que se dé durante un partido, donde los nervios provocan, en muchos casos, errores. «Además, el encuentro estaba muy igualado y era un momento en el que nos venía muy bien anotar», relata Cuesta, quien se queda con una imagen tras la canasta: «Fue una alegría verlos a ellos con una sonrisa en la cara».
Ese, sin duda, fue el mayor premio para los dos protagonistas de la acción y para el resto de su equipo. La felicidad de ver el balón caer dentro de la red. Y ahora que lo han hecho una vez, la pregunta es si volverán a intentar algo parecido. «Depende, si queda poco tiempo, puede», responden. No será sencillo igualar el resultado, pero nadie les quitará nunca la ilusión.
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