Un anillo para Canadá con impronta española

La regularidad de los canadienses fue asombrosa. Desde que Masai Ujiri, presidente de operaciones de los Raptors, lograse el premio gordo al convencer a Kawhi para jugar de local en el Scotiabank Arena, los pupilos de Nurse se convirtieron en serios candidatos a reinar en la Conferencia Este. Pero con unos Warriors temibles en el Oeste que perseguían el 'three-peat' con un quinteto plagado de 'All Stars', todo apuntaba a que el cetro se mantendría en la Bahía de San Francisco. Ujiri no se contentó con el ex de los Spurs sino que rodeó al californiano de un 'roster' de tremenda solvencia con movimientos valientes como la llegada de Marc Gasol en febrero y la salida de Jonas Valanciunas para dotar de mayor experiencia a unos Raptors a los que les había faltado un paso más en campañas precedentes para reinar en un Este sometido por los Cleveland Cavaliers de LeBron James.

La reestructuración que Ujiri había abierto prescindiendo de Dwane Casey el mismo año en que venía de ser elegido mejor entrenador de la NBA e intercambiando a su jugador franquicia, DeMar DeRozan, por Kawhi Leonard, desembocó en la apoteosis de unas Finales resueltas en el sexto partido frente a unos Warriors destrozados por las lesiones de Kevin Durant y Klay Thompson.

Aquel 13 de junio, los Gasol se convirtieron en los primeros hermanos con anillo de campeones de la NBA, al sumar Marc el suyo a los dos que se enfundó Pau con los Lakers en 2009 y 2010. El mediano de los Gasol recibió la sortija, junto a Ibaka y Scariolo, antes de jugar contra los New Orleans Pelicans a finales de octubre. 74 diamantes de catorce quilates y 16 rubíes en cada pieza, el 'skyline' de la ciudad de Toronto y en el centro la palabra 'North', en referencia al lema de la franquicia -'We the north'- para recompensar una gesta a la que el pívot de Sant Boi y el técnico sumaron en septiembre el oro en el Mundial de China. Sólo Lamar Odom había enlazado anillo y oro planetario el mismo año antes de que lo hiciese Marc, bendecido por una fortuna que le fue esquiva a Pau.

El mejor jugador español de la historia vivió una auténtica pesadilla con las lesiones, que sólo le permitieron disputar tres partidos con los Milwaukee Bucks tras dejar los San Antonio Spurs y le han impedido enfundarse la elástica de los Portland Trail Blazers, de cuyo staff técnico forma parte mientras apura sus opciones de regresar con vistas a una retirada en los Juegos Olímpicos de Tokio. Su calvario, junto a la retirada de José Manuel Calderón tras catorce campañas en la NBA, fue el rostro amargo de un año inolvidable para el baloncesto patrio.