El Navarra castiga las carencias ofensivas del Clavijo

Este sábado, ante el Enerparking Navarra, el conjunto logroñés volvió a comparecer con un equipo de circunstancias. Sin Berni García, que ha recaído de su lesión de rodilla y sin David Sainsbury, con molestias en el cuello, era complicado seguir estirando el chicle en casa de uno de los equipos punteros del Grupo Oeste. Más aún si, como en el pabellón Arrosadía, se vuelve a caer en una lamentable serie de lanzamientos exteriores, pérdidas y batallas individuales perdidas. Ganaron los navarros (77-67). Se rompió la cuerda.

Y eso que, pese a las bajas, el Clavijo transmitió buenas sensaciones de salida. Cargó el juego el cuadro visitante sobre un Nicolau muy activo y acertado que daba la iniciativa a los suyos (4-9). Pero en cuanto empezaron a carburar los navarros y a realizar ayudas sobre el poste blanquiazul, el Enerparking se hizo dueño del partido. Y es que la pésima eficacia desde el triple de los logroñeses (un acierto de trece intentos en la primera mitad, cuatro de veintidós al final) facilitaba mucho las cosas para ajustarse atrás sobre Nicolau.

Estaban muy atascados en ataque los blanquiazules, mientras que los pamploneses se encontraban cada vez más cómodos, encontrando buenas posiciones de tiro y ventajas en el uno contra uno. Parcial de 22-7 y preocupante 26-16 en el luminoso en contra de los de Jenaro Díaz que, para colmo, acumulaban pérdidas. Pese a que todo parecía en contra, se marchaba medio vivo el Clavijo al necesario descanso.

Salió a engancharse al choque los visitantes pero desaprovecharon ocasiones para poner el duelo en un suspiro, como el favorable dos contra uno fallado por Norris y Ukawuba para desesperación de su técnico. Frenaba la ofensiva pamplonesa el Clavijo aunque a los locales les hacía falta poco para retomar la renta en torno a los decena de puntos ante las penurias en ataque de los visitantes. Estaba feo el partido pese a la tensión y la emoción de ver que nada estaba decidido.

La capacidad del Clavijo de sobrevivir al sufrimiento estaba otra vez puesta en cuestión y los de Díaz volvieron a responder para mostrar ese carácter que al menos les obliga a pelear cada pelota cuando las cosas no salen más que a base de esfuerzo y más esfuerzo, de remar y remar en plena tormenta (46-41). Ahora bien, cuando se fuerza tanto, el remo se acaba rompiendo.

El ataque del Navarra tiene muchas soluciones y encuentra el aro con facilidad. Así tiró por tierra el esfuerzo logroñés para volver a abrir la herida.

El Clavijo parecía a falta del golpe de gracia porque, con sus carencias ofensivas, poco se podía hacer salvo aguardar, como así fue, el final esperado: la derrota.