Felipe Reyes, el guerrero ‘perenne’

Su nombre, vinculado desde el principio a esa generación dorada del baloncesto español que aspira ahora a poner el broche de oro a un excelso currículum, es sinónimo también de rebote. En este apartado ostenta el récord de los play off de la ACB y en el imaginario colectivo es recordado como uno de los mejores en esta tarea. Todo ello a pesar de ser un interior corto de centímetros y no ser el prototipo de lo que se conoce como atleta, unas carencias que suple con una gran dosis de fuerza física.

De perfil menos mediático que los hermanos Gasol o Serge Ibaka, nunca se ha salido del guión establecido. A excepción de la melancólica etapa que vivió con Ettore Messina en el club blanco, es un jugador ajeno a mostrar sus diferencias en público y suele aceptar con el encargo que le haga el técnico de turno, sin caer en la carrera de la meritocracia. Nunca se ha planteado dar el salto a la NBA y ha preferido siempre permanecer a este lado del Atlántico donde fue protagonista en el histórico título de la Copa del Rey lograda con el Estudiantes (199-2000) así como el subcampeonato de liga logrado cuatro años más tarde. En el Madrid, ha logrado tres títulos de la ACB, dos Copas del Rey, dos subcampeonatos de la Euroliga así como una Copa ULEB.

El periplo de este junior de oro en la selección absoluta comenzó, el 17 de agosto del año 2001 en Cádiz, en un partido amistoso frente a Israel, que finalizó con el resultado de España 81- Israel 72.

A su edad es consciente de las carencias de su juego y, por eso, nunca se le verá salirse del abanico de recursos que habitualmente utiliza. Se mueve bien en las distancias cortas, es inteligente a la hora de moverse y fijar su posición, lo que le acaba convirtiendo en el complemento perfecto a pívots de perfil anotador. Su tiro ha ido mejorando con el paso de los años y valga como ejemplo sus lanzamientos de falta, una de sus principales flaquezas hasta hace cinco temporadas.