Una merecida vida más

El conjunto blanquiazul jugaba no solo sobre la cancha del recinto deportivo capitalino, también lo hacía en el duelo que enfrentaba al Melilla Ciudad del Deporte contra el Hestia Menorca, que empezó un cuarto de hora antes en el pabellón Javier Imbroda de la ciudad autónoma. El jaque mate para el Clavijo se daba si caía ante los de Torrelavega y los de Rafa Monclova doblegaban a los insulares. Había que estar con los cinco sentidos sobre la cancha pero en la grada también se consultaban los móviles para ver lo que pasaba en Melilla.

El Cantabria se jugaba ante el Rioverde un pedazo de la salvación. Los de David Mangas llegaban a Logroño con diez triunfos, con dos victorias de margen y dos posiciones sobre la línea roja del descenso, pero todavía sin el billete para seguir una temporada más en LEB Oro en el bolsillo. Así que, como había adelantado José Luis Pichel en la previa del encuentro, se esperaba «un partido chulo, igualado hasta el final y con intercambios de liderazgo a lo largo del encuentro».

Jenaro Díaz contaba con la reincorporación de Andre Norris tras superar la hernia que le ha tenido fuera los nueve últimos partidos, y ya contó con él pocos minutos después de empezar el choque. Se notó el regreso del norteamericano, una pena que no haya podido ser antes. El primer cuarto se fue rápido, en un visto y no visto. Pocas faltas, ataques dinámicos que encontraban el aro y defensas demasiado permisivas, alternativas en el marcador pero con cortas rentas. 23-22 ganaba el Clavijo; en Melilla perdían los locales con claridad. Todo según lo deseado.

Los locales movían el balón con fluidez y buscaban a Nicolau, muy activo en la primera mitad. Los cántabros, por su parte, se movían alrededor del talento de Mirza Bulic. Nueve puntos cocinados entre los hermanos Urtasun y un atinado Peñarroya dieron la primera renta importante al Rioverde (41-31). Encontraban los blanquiazules la regularidad y continuidad que no habían hallado en toda la temporada y se mostraban superiores en ambas partes de la cancha, cerrando una brillante primera parte, quizás la más redonda del curso. 50-38 en Logroño, 34-45 en Melilla.

Por si faltaba por confirmar el buen momento de los riojanos, el retorno de los vestuarios fue todavía mejor. Parcial de 2-13 y 63-42 en el marcador. Lo nunca visto. Estaba el partido para disfrutarlo... pero manteniendo la concentración. La LEBOro es una de las mejores ligas de Europa y cualquiera de los que la habitan cuenta con mucha calidad en sus filas. Nadie regala nada, No hay que olvidarlo. Y al Clavijo se le olvidó. Recibió once puntos seguidos en un pispás (63-54).

Tocaba volver a apretar. Y lo hizo el Rioverde, al menos lo sufieciente como para aguantar una renta valiosa que ya hubiera firmado a estas alturas del partido (76-59). Ya daba igual lo que pasaba en Melilla (aunque seguía siendo favorable). No se recordaba por estos laresun partido tan plácido, sin agobios, en toda la campaña.

Tocaba disfrutar y quedaban diez minutos para ello. Los diecisiete puntos de renta con los que se entró en el periodo final así lo hacían adivinar.

Varios jugadores habían tenido su momento. Marc Peñarroya, Javi Nicolau, Txemi Urtasun. Yasin Kolo también tuvo su momento en este cuarto de cierre. El alemán volvió a disparar al Rioverde Clavijo (83-72). Ya solo una hecatombe haría caer al Rioverde.

Por una vez le tocaba al rival intentar un imposible ante un contrincante superior que podía jugar con el marcador y con el tiempo. El Rioverde Clavijo lo disfrutó. Ha sido una temporada dura y estos jugadores se han merecido alguna alegría más que esta.

Jenaro Díaz y José Luis Pichel han defendido a lo largo de toda la temporada el trabajo, el esfuerzo y la honestidad de sus pupilos pasara lo que pasara. El triunfo ante el Alega Cantabria es un premio, corto, pero un premio. Y, de paso, el Clavijo se gana una vida más.