Aolberto Moreno avanza con el balón en un encuentro anterior. Sonia Tercero
Baloncesto | Segunda FEB

El Melilla aplasta a un alicaído Clavijo

En su debut en el banquillo blanquiazul, Úriz no da con la tecla para impedir una derrota sonrojante

Martín Schmitt

Logroño

Sábado, 21 de diciembre 2024, 22:36

Ricardo Úriz tiene mucho trabajo por delante. Este sábado, el Clavijo volvió a las andadas y cayó aplastado por un Melilla muchísimo más intenso que un equipo riojano en franca caída y al que no le sale absolutamente nada. Pero la intensidad es un aspecto ... que no se puede entrenar. Esa furia tiene que nacer de dentro. Y, de momento, el Rioverde carece de esa energía necesaria para competir ante un bloque como el Melilla, que con poco hizo mucho daño. Al final, el conjunto de la ciudad autónoma se llevó la victoria por un sonrojante 89-57.

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Lo mejor del Rioverde se vio en el inicio del primer cuarto, en el que los pupilos de Ricardo Úriz pudieron jugar de igual a igual a un Melilla que fue de menos a más. Porque en el ecuador de ese primer cuarto, los locales pisaron el acelerador y abrieron un hueco de cinco puntos.

Melilla

Godspower (14), Ndiaye (12), Krutous (10), Jacobs (7) y García (4) -cinco inicial-. Soumbey-Alley (6), García (2), Córdoba (14), Moreno (7), Pavlov (13) y Stilma.

89

-

57

Clavijo

Moreno (8), Hrabar (5), De Pablo (1), Arbosa (9) y Orlov (13) -cinco inicial-. Savkov, Querejeta (5), Faye (13), Ayesa (3) y Torres.

  • Parciales: 20-15, 24-9 (44-24), 22-9 (66-33) y 23-24 (89-57).

  • Árbitros: Patricio y Molina. Sin eliminados.

Una renta que se estiraría mucho más en el segundo cuarto, cuando el Rioverde entró en barrena. Con muchos desajustes defensivos y errores de base en el ataque, los blanquiazules desaparecieron por completo del pabellón melillense y en un abrir y cerrar de ojos se vieron abajo por veinte puntos. Godspower y Pavlov lideraron el arreón local para marcharse a los vestuarios con un marcador cómodo (44-24).

El problema de los de Úriz no era el juego. Todo está en la cabeza. El lenguaje corporal de los blanquiazules hablaba por sí solo. No mejoraron las cosas en el segundo tiempo. Solo en los minutos finales, con las cosas sentenciadas, los riojanos mejoraron su juego y fueron más valientes. Pero de poco sirvió.

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