El Madrid, otra vez campeón de Liga

Los nervios y la tensión eran visibles en el Palacio de los Deportes. La parroquia madridista esperaba cerrar la final en el cuarto partido tras arrebatar al eterno rival el factor cancha y la consolidación del mismo en el tercer choque celebrado en la capital española. El Madrid se jugaba ganar su segunda Liga consecutiva. Sin embargo, el equipo catalán no lo iba a poner nada fácil. Los azulgrana salieron a la pista con las ideas muy claras. Rápidamente, comenzaron a dominar la pintura. Además, casi por primera vez en la final los azulgrana demostraban los motivos por los que son la mejor defensa de la ACB. Los jugadores de Xavi Pascual dejaron en 17 puntos al Real Madrid, que veía como esta vez el tiro de tres puntos no le entraba.

El conjunto blanco se jugaba la Liga y se le notaba algo nervioso sobre la pista. El ataque madridista no carburaba y las alarmas se dispararon en el Palacio de los Deportes cuando el Barcelona logró una renta de 11 puntos de diferencia. Tomic, Navarro y Perperoglou ilusionaban a su afición con la posibilidad de forzar el quinto partido. Pero el Madrid no estaba muerto y volvió a sacar a la luz su espíritu de campeón. Sergio Llull aparecía una vez más en un partido para desatascar a su equipo. El balear anotó dos triples consecutivos que reducían la diferencia en el marcador. El Madrid mejoraba en defensa y en el segundo acto del partido era el Barça el que se atascaba. La reacción del Madrid provocaba que el resultado con el que se llegaba al descanso fuese de 45-47 para los azulgrana.

Llegaba el momento del tercer cuarto. En esos diez minutos el Real Madrid había dinamitado los otros dos partidos de la final. Pero este Barcelona era una mejor versión del equipo que no dio guerra en el tercer encuentro. La igualdad era máxima. Los dos equipos jugaban de tú a tú. El Madrid que arrancó el partido frío estaba completamente metido en el encuentro. Los blancos entraban en los últimos diez minutos con una ligera ventaja (72-65) que les permitía soñar con el título.

El Barcelona estaba contra las cuerdas pero iba a vender cara su derrota. Los azulgrana volvieron a apretar en defensa y dejaron al Madrid con tan sólo dos puntos al llegar al ecuador del último cuarto. Quedaban cinco minutos y el marcador reflejaba un 74- 73. Era la hora de los héroes y en el Madrid apareció Sergio Rodríguez con dos triples. El canario quería ser protagonista y lo estaba consiguiendo con la típica magia que enamora en cada partido a la afición del Madrid. Thompkins, uno de los jugadores más cuestionados del Madrid durante todo el año, anotó una canasta de dos para poner un 87-80 que dejaba al Barcelona en el borde del abismo. El número '33' del Real Madrid aparecía para confirmar la gran mejoría que ha tenido en el último tramo de la temporada.

Los jugadores de Laso estaban a un minuto del título pero Justin Doellman volvió a ajustar el marcador dejando la diferencia en tres puntos (87-84). En la mente de algún madridista podría estar la canasta ganadora de Doellman en la Euroliga, pero esta vez estaba escrito que el Real Madrid fuese campeón. Llull sentenció desde el tiro libre con sufrimiento y los blancos volvían a ganar la Liga.

Orgullo de campeón

La temporada del Real Madrid ha ido de menos a más, al igual que este último partido de la temporada en el que los blancos entraron muy fríos. Las críticas sobre Laso y sus jugadores fueron continuas. Las lesiones , el cansancio acumulado de sus jugadores tras haber ganado todo, los malos fichajes, etcétera, eran los azotes a este equipo, que únicamente necesitaba tiempo. En la Copa del Rey ya demostró que siempre hay que respetar a este Real Madrid y con la consecución de la Liga ha confirmado su dominio en el baloncesto español.

El duro palo que sufrió el Madrid ante el Fenerbahçe le dejo fuera de la Final Four y ya eras muchos los que pedían la cabeza de algunos jugadores y del siempre injustamente cuestionado Pablo Laso. A pesar de las críticas el Madrid siguió trabajando y este miércoles sumó su Liga número 33. En España siguen mandando los blancos.