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Martes, 21 de febrero 2023, 01:00
Resulta imposible en La Rioja disfrutar de la oportunidad de jugar un partido de baloncesto ante casi 10.000 personas. De hecho, es difícil ver en la Liga ACB un encuentro que alcance esa cifra. Así, el Buesa Arena de Vitoria, cancha de juego del Baskonia, es el pabellón que ha registrado la media más alta en la primera vuelta de la máxima competición del baloncesto español con 8.948 espectadores.
El pasado domingo, el Pabellón Olímpico de Badalona alcanzó casi las cinco cifras en sus gradas en la final de la Minicopa ACB que enfrentó a los equipos infantiles del Barcelona y del Real Madrid. Y allí estaba el logroñés Diego Ferreras, jugador del Logrobasket pero invitado por el conjunto culé a formar parte de su plantilla en este fantástico torneo paralelo a la Copa del Rey. «Al principio sentí un poco de presión cuando salí, pero luego me metí en el partido y me olvidé de dónde estaba», reconocía ayer el chico tras regresar a Logroño.
Diego ya destacó con actuaciones sobresalientes en el Campeonato de España de selecciones autonómicas y en la fase previa de la Minicopa, donde participó con el Obradoiro. Pero este torneo («el más especial que he jugado hasta el momento, una experiencia inolvidable en lo deportivo y en lo personal», desvelaba) ha ejercido de lanzamiento maravilloso para este jovencísimo jugador. Ha vuelto a sobresalir entre una pléyade de grandes promesas del baloncesto –«El lugar donde nacen las estrellas», es el lema de la Minicopa– pese al prácticamente nulo periodo de adaptación y se coló en el quinteto ideal de la competición, algo que, admitió con humildad, «no me imaginaba, y menos después de cinco semanas sin jugar» por una lesión en la mano.
En Badalona demostró que la camiseta del Barça no le venía grande. «Todas las camisetas me pesan igual. Me gusta el baloncesto y, cuando juego, solo pienso en darlo todo», aclaraba.
En la final le tocó bailar en defensa con Landoure, el poste del Madrid de 2,11 metros, que acabó con 56 puntos de 84 sumados por los blancos, 33 rebotes y 82 de valoración. «Fue difícil, era imposible moverlo», contaba.
Ahora retorna a la realidad. «Debo ponerme al día con deberes y exámenes y volver a entrenar con mi equipo, el Logrobasket 07», adelantaba. Pero Ferreras se ha ganado con su calidad y su capacidad de trabajo el derecho a soñar y, por qué no, a entrar en la próxima convocatoria de la Federación Española para chicos de su edad. «Ojalá. Sería un sueño», confesaba ayer ya por tierras riojanas.
Sin embargo, una de sus virtudes es tener los pies en el suelo y dice que, «de momento, solo pienso en el próximo partido», nada de mirar más allá, en qué hará el próximo curso y en las ofertas que le llegarán. El único sueño que se permite un enamorado del baloncesto como él es el poder dedicarse a su deporte profesionalmente aunque, tirando de nuevo de una sorprendente madurez, incide en que le «encantaría» pero sabe que «es muy difícil conseguirlo».
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