Los jugadores de la selección de baloncesto, tras el KO ante Canadá. EFE
Análisis

La Familia paga la falta de talento

España abandona el Mundial tras sus desplomes en los últimos cuartos por la carencia de jugadores determinantes

Ángel Resa

Martes, 5 de septiembre 2023, 00:06

Además de ser un magnífico entrenador, a Sergio Scariolo se le conoce por sus declaraciones preventivas. Prefiere aplicarse la venda antes de sufrir los efectos perniciosos de la herida. El excelente estratega italiano, un técnico trabajador y detallista, ya advertía antes de acudir a la ... cita asiática que unas cuantas selecciones rivales tenían más talento y mejores condiciones atléticas que la española. Asuntos capitulares del baloncesto moderno, que tiende a la vertiente física del juego, apuesta por defensas agresivas y premia a equipos con elementos decisivos adelante. Y la razón convalida el aviso del técnico de La Familia. Vale que se protege antes de tiempo, pero el Mundial en el que su bloque no ha alcanzado los cuartos de final avala sus vaticinios.

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El combinado nacional bien podría recurrir a los viejos anuncios por palabras para pedir un hombre resolutivo adelante, un manejador fiable de los estoques que transforme incluso faenas de aliño en vueltas circunvalando el ruedo. La Familia, eslogan preciso con el que se conoce al cuadro hispano, abandona Yakarta con dos triunfos absolutamente obligatorios (Costa de Marfil e Irán), una convincente victoria frente a Brasil y dos fundidos de pantalla a negro durante los últimos cuartos ante el muy meritorio cuadro letón y la potente Canadá. Dos partidos que España llevaba muy bien encauzados hasta sus desplomes con marcadores casi idénticos (11-27 y 12-27) cuando los relojes marcan las horas de la verdad.

El rival báltico se manejó anímicamente mucho mejor que el de Scariolo en el desenlace del encuentro que debía de haber franqueado a España el derecho a jugarse los cuartos. Y la abrasiva defensa canadiense del tramo sin retorno convirtió la final anticipada con el grupo americano en una agonía de fragancia fatalista. La valentía rival para atacar el aro contrastaba con la confianza menguante de un equipo necesitado de rematadores. Sí, la selección de los éxitos admirables y encadenados -oros planetario y europeo sin ir más lejos en las citas previas a Indonesia- carece ahora de una o varias figuras que infundan auténtico temor.

Falta de cuajo

Con los respetos debidos a los buenos jugadores que han vestido la camiseta del combinado nacional, al grupo como tal y sus individualidades en concreto les ha faltado el cuajo para resolver los partidos que otorga ese cierto aire de superioridad. Desde luego que la baja de Ricky Rubio poco antes de emprender la preparación de agosto sajó buena parte de las esperanzas. No figuraban en la lista el timonel catalán a quien Aíto le procuró el debut en la ACB antes de cumplir los 15 años y tampoco Lorenzo Brown, el nacionalizado por decreto exprés que desde su calidad sutil tanto contribuyó el título continental hace un año. De ahí que La Familia incorporarse al benjamín Núñez para acompañar al cancerbero Alberto Díaz. Y el chaval, que conduce con el desdén de los sobrados para el baloncesto, aún debe de saltar vallas dentro del deporte profesional.

En momentos así resulta hasta cruel pensar en bases pretéritos como el mago Raúl López o el solidísimo Calderón, como ejemplos más significativos. Pero avanzando un poco más en las demarcaciones y aun sabiendo que se quedan muchos nombres en el teclado, debe de admitirse una evidencia estremecedora. De aquellos júniors de oro que se colgaron el oro frente a Estados Unidos en Lisboa hace veinticuatro años surgieron uno de los exteriores más determinantes del baloncesto europeo en el siglo XXI, Juan Carlos Navarro, y Pau Gasol, sencillamente un pívot prodigioso de los que solo brota uno cada varias décadas.

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Reconociendo el catálogo completo del tímido Abrines, los fogonazos ofensivos de Brizuela, los bocetos ilusionantes de Aldama, el martillo percutor en ataque de Willy Hernangómez, las intermitencias de su hermano Juancho, la veteranía siempre rentable de Rudy, el oficio estajanovista de Claver y la energía de Garuba, faltan actores desequilibrantes. Además de que Llull, quien ha forjado su carrera de milagros que permanecerán siempre en la memoria, ya no está para estos niveles. Así que dando la razón al monarca de las declaraciones preventivas, sí, hay selecciones con talento y físico mejores que la española.

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