El Clavijo todavía no es de LEB Oro

Jenaro Díaz no podía este viernes sentarse en el banquillo del Rioverde Clavijo en Alicante. La sanción que arrastra de la temporada pasada hizo que José Luis Pichel llevara los mandos del conjunto blanquiazul en la jornada del retorno a la LEB Oro. Sin embargo, desde el primer segundo resonaron fuertes las palabras del técnico asturiano, las que ha repetido desde que se supo que la entidad logroñesa iba a militar en la categoría de plata del baloncesto español y en las que incidía estos días pasados. «No queremos estar en LEB Oro, queremos ser de LEB Oro», recalcaba. E insistía en que él mismo no se sentía de Oro.

Y el baño de realidad con el que se encontró el Clavijo según saltó a la pista lo ratificó. Nueve puntos de salida de los locales; tres minutos para ver la primera canasta visitante; 28-6 para cerrar el primer parcial; 49-21 al descanso, ambas máximas diferencias en esos momentos; cero acierto en nueve lanzamientos triples y 63 de valoración frente a 12 tras veinte minutos de juego. Cifras y más cifras para un Rioverde que recibió un bofetón a las primeras de cambio. Perdió por 92-56, pero eso es lo de menos. Porque en el plan de partido de Díaz y Pichel estaba subrayado con línea gruesa el competir el mayor número de minutos. Y el Clavijo no compitió. No compareció. Y es que ni Antonio Pérez Caínzos puede hacer un balance excesivamente positivo de los suyos porque no hubo rival que midiera las prestaciones de un equipo al que no hay que quitarle el mérito de jugar un gran partido y de defender su condición de aspirante a las primeras posiciones de la competición.

Kostadinov y Davison machacaron a los blanquiazules de salida, el primero por dentro y el segundo desde la línea exterior. 19 puntos entre ambos en un primer cuarto en el que los rivales solo hicieron seis.

El único que se salvó fue el que se esperaba. Javi Nicolau (11 puntos al descanso, 14 al final). El resto, partido para aprender y para afilarse las uñas. Porque si adelante estuvo muy mal el Clavijo, peor estuvo en lo que siempre hace bien, en competir y pelear atrás. Muy débil en el ataque estático, lento en el balance defensivo, desordenado en las ayudas, blando en el rebote. Un desastre.

Después de una pretemporada en supuesto crecimiento estaba por ver el estado de cocción del equipo en la primera jornada liguera, cuando ya cuentan los resultados. Y se vio que todavía le faltan unos cuantos hervores a una plantilla este viernes muy timorata en las dos partes de la cancha.

Salvado Nicolau de la quema y con Bafutto y Moreno fuera por lesión, queda mucho trabajo por hacer por delante si la referencia es la de este viernes en el pabellón Pedro Ferrándiz. Falta profundizar en la asunción de roles porque solo con el castellonense no se llega a nada. Norris, el más veterano en estas lides, estuvo desaparecido. Cabrera no ha venido a Logroño sólo para generar, también se le fichó por su capacidad para sumar puntos desde su posición de base y no estuvo por la labor. Knudsen quedó retratado frente a los tiradores locales. A Pau Treviño le pudieron los nervios y las faltas tempranas...

Nada más se puede contar del estreno en la LEB Oro. Nada se puede defender ni salvar del partido de este viernes del Clavijo. El marcador llegó a mostrar un sonrojante 80-40. El sopapo es de los que se recuerdan y de los que duelen. De los de ruborizarse y bajar la cabeza. De los de viaje de regreso largo y en silencio absoluto.

Toca ahora limpieza mental rápida. Solo es el primer partido. El próximo será en el Palacio de los Deportes logroñés ante el Real Betis. el domingo a las 12.00 horas. Será la segunda oportunidad de demostrar las ganas de ser de Oro.

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