El Clavijo se impone en medio de una pesadilla navideña

Solo tenían que responder los equipos. Y en el primer cuarto lo hicieron, con un Clavijo al que mantenía un inspirado Norris (11 puntos en los diez primeros minutos) y un conjunto algecireño más coral. Mínimas ventajas y juego fluido.

Sin embargo, el minuto de descanso entre periodos cambió a ambos contendientes. Los logroñeses ampliaron su ya elevado número de pérdidas (doce en la primera parte) y en la cancha solo se podía ver un correcalles que no llevaba a ningún sitio.

Ni siquiera se imponían las defensas, el bajo marcador se debía exclusivamente al desorden, los fallos y las malas elecciones de los ataques. Y el equilibrio de fuerzas era consecuencia del mal hacer de ambos. Pírrico parcial de 11-9 y al vestuario a templar gaitas.

Siguió todo igual al regreso a la pista. Nadie, salvo Norris, era capaz de dar un poco de luz a los suyos en pleno festival de los horrores. Cinco minutos y 5-4 de parcial. Imposible adivinar un ganador ante tanto despropósito y con los dos técnicos desesperados ante los que estaban perpetrando sobre la cancha sus pupilos. Hasta el arbitraje pintaba raro.

El desconcierto era mayor en los locales, con dos técnicas al banquillo, y lo aprovechaban los logroñeses para abrir un hueco de seis puntos, la mayor de todo el encuentro (39-45). No le duró nada. Lo que le costó encadenar ocho puntos seguidos al Algeciras. El partido no había por dónde cogerlo.

El combate se iba a decidir en los últimos minutos, pero de una forma bien distinta a la deseada. Como no podía ser de otra forma para completar esta calamidad, el Clavijo, que tan bien ha sabido gestionar los instantes decisivos, esta vez parecía que no podía. Y pese a todo, pudo ganar... y perder. La prórroga parecía extender la agonía. Pero ahí apareció el mejor Rioverde y acabó venciendo y huyendo de esta pesadilla navideña.