Baloncesto

Un 3x3 para cerrar el medio siglo del Clavijo

Veteranos y jóvenes jugadores disfrutaron de un torneo con un marcado sabor añejo

Luismi Cámara

Logroño

Jueves, 3 de enero 2019, 19:13

Pese a que todo torneo tiene un evidente afán competitivo, el 3x3 que este miércoles tuvo lugar en el antiguo polideportivo de Maristas tenía un especial aroma añejo a celebración, a reunión de amigos, a partida con muchos recuerdos sobre la mesa. Los recuerdos de ... medio siglo de vida, los que contemplan al CB Clavijo.

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El club quiso cerrar con esta competición un año en el que ha cumplido 50 años. Sobre la vetusta cancha colegial, en donde cada semana se juntan veteranos del baloncesto riojano con mil batallas a sus espaldas (y otro tanto saco de años acumulados entre todos) para seguir jugando a su deporte.

Muchos de ellos formaron parte de alguno de los diez equipos que participaron en el 3x3, anteponiendo las ganas de jugar a achaques y excesos navideños. Sobre la cancha (unos participando, otros acompañando), los Ramos, los Bernabé, los Aragón, Félix, Chema, Ducrós, los Aranda, Toño del Río... Un buen puñado de egregios guerreros que se enfrentaron a jóvenes baloncestistas que también quisieron participar en la justa.

La competición se jugó bajo las reglas FIBA. Un hecho sorprendente cuando sobre esa cancha el código de juego es particular, con normas propias que los novatos que pasan por ella deben aprender rápidamente si no quieren verse burlados una y otra vez por sus avezados rivales.

Quizás porque las normas no se ajustaron a las habituales en los partidos nocturnos en la pista del polideportivo Clavijo o porque no se jugó a los 60 puntos tradicionales (cada canasta un punto, da igual si es de dos o de tres), el torneo se lo llevó una cuadrilla de jóvenes bajo el nombre de Fruitis de la Huertis. Abel Calvo, Erik Nuño, Carla Zabala y Gabriel Zalduendo eran los cuatro componentes del campeón. Hasta el premio para los ganadores fue especialmente jugoso: jamón y vino para cada uno de ellos.

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Y, por una vez, la frustración de la derrota (porque a ninguno de los decanos jugadores presentes les gusta perder ni en los calentamientos) quedó ahogada por la satisfacción del juego y los recuerdos de medio siglo de baloncesto.

El equipo ganaodor, con sus jugosos trofeos.

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