Bieshaar vuelve un año después

Cuando Terrence Bieshaar llegó a Logroño en el verano del 2017, era poco más que un chaval ambicioso que pocos años antes había encontrado en el baloncesto lo que el fútbol no le daba. Hijo y nieto de jugadores del Ajax de Amsterdam, sus 2.08 metros le empujaban hacia los aros y los tableros. Pronto destacó y pasó a engrosar la cantera del Barça y, después, la del Joventut.

A Logroño llegó para disputar minutos y se convirtió en un hombre importante dentro de la pintura. Sus actuaciones le devolvieron a la 'Penya', pero en la rampa de lanzamiento de su carrera, todo se torció. «Salí del Clavijo, me fui todo el verano con la selección de Holanda, después empecé a entrenar simultáneamente con el primer equipo del Joventut y con el Prat y creo que fue demasiado ritmo sin hacer un parón. Seguí entrenando y pasó lo que pasó», explica.

Y lo que pasó fue una complicada lesión en el tendón de Aquiles que sólo le permitió jugar seis encuentros de manera esporádica. «Sentía molestias y descansaba un par de semanas. Seguía jugando y volvía el dolor. Me hicieron tres tratamientos con hormonas de crecimiento en el tendón sin éxito hasta que los servicios médicos del Prat descubrieron la lesión», explica. Ésta se encontraba dentro del tendón, lo que complicaba su diagnóstico. El 3 de marzo le operaron y, hasta su retorno el pasado día 13 ante Algeciras, el calvario se estaba haciendo interminable. «Siempre he estado tranquilo porque he seguido el tratamiento paso a paso, pero ha costado», incide.

En verano, le tocaba decidir qué camino escoger. Para un joven (22 años), con 7 partidos en ACB y 67 en Leb Oro, la vista estaba puesta en metas altas, aunque la inactividad iba en su contra. «En verano estuve nervioso. Antes de la lesión pensaba en otras metas, pero tenía que ser realista. Era casi imposible fichar por un equipo de ACB sin haber estado nunca en una plantilla. Esperaba algo de Leb Oro, pero decidí buscar un equipo donde tuviese mucha importancia de cara a mi retorno», analiza. Y el Clavijo le abrió las puertas. «Todo ayudaba. El tema médico en Logroño es impresionante con Miguel Moreno, Chema Urraca, los fisios... Y con Jenaro [Díaz, el entrenador]. Pensé que lo mejor era volver a un club en el que tenía confianza y que me tenía confianza», se sincera el jugador holandés.

Desde la pretemporada, horas de gimnasio, trabajo en solitario y ganas, muchas ganas. «Me costó ver al equipo sufrir en pista. Se entrenaba muy bien y tenía muchos momentos buenos, pero crees que puedes ayudar y no puedes porque aún no estás disponible. Eso es duro, aunque sepas que te queda poco para recuperarte», añade.

El momento de reaparecer llegó ante Algeciras y también jugó en Ponferrada. «Me he encontrado bien, sin molestias y contento, aunque a veces me he notado lento de piernas», analiza. Toca seguir trabajando para su principal meta: «Quiero llegar al nivel que estaba antes de la lesión y ayudar al equipo en todo lo que pueda. Nos toca el Tizona, otro equipo difícil, pero hay que ir paso a paso. Creo que si vuelvo a jugar como antes, podré destacar y que el equipo llegue a lo más alto».