El Madrid destroza al Barça y da el golpe en un gran clásico

Después de que Vasilije Micic rompiese al Olympiacos con un triple espectacular en el último segundo de la primera semifinal, fue Causeur quien se convirtió en el principal verdugo del Barça en el segundo duelo de la Final Four, en el que los azulgranas se vinieron abajo tras el descanso y el Madrid, con su irreductible gen ganador y su experiencia, se fue creciendo, aguantando al límite física y mentalmente en un choque de tanta trascendencia, con una defensa enorme y muchos protagonistas que propiciaron el éxito del conjunto de Pablo Laso y el fracaso del de Sarunas Jasikevicius.

Después de 11 triunfos del Barcelona ante el Madrid en 14 enfrentamientos directos desde que el técnico lituano ocupa el banquillo azulgrana, el Madrid se vengó del Barça en el momento que más daño puede hacer a los culés. Ganó el mejor, y empezó a hacerlo en un fantástico tercer cuarto de los blancos en el que comenzó a explotar Fabian Causeur y descansó Mirotic. Sin la gran estrella azulgrana en pista, el campeón de diez grandes títulos continentales empezó a pensar que la gesta era posible. Cuando el exmadridista regresó para el último parcial, que el Barça afrontó con cuatro de desventaja (56-60), los azulgranas volvieron a igualar un encuentro en el que los blancos estuvieron hasta siete arriba (66-73) a falta de cuatro minutos. Sin embargo, tras un tremendo intercambio de golpes, el Madrid resolvió el choque, gracias también al oficio de un equipo que nunca da nada por perdido y también al despliegue de Sergio Llull y la debilidad psicológica culé.

El equipo de Pablo Laso, tocado por la lesión de Williams-Goss antes de cumplirse un minuto de partido, tuvo que dar un paso al frente ante un Barcelona en teoría superior en físico y en profundidad de banquillo. No necesitó el Madrid ni siquiera a Eddy Tavares, porque el equipo merengue también se hizo grande en la pintura con Vincent Poirier. El trepidante clásico estuvo repleto de vaivenes y llegó a los dos últimos minutos con ventaja del Real Madrid por 75-80 gracias a Poirier y a Causeur, que se vació en la segunda mitad para dar la vuelta al partido después de que el Barça lo tuviese encarrilado con un gran segundo parcial. Sin embargo, el Real Madrid barrió casi de la pista al Barcelona en el tercer cuarto, con un sorprendente inicio de Alberto Abalde. Ahí empezó a creérselo el conjunto de Laso, mientras Mirotic tomaba aire en el banquillo y sus compañeros no calibraban bien la fortaleza mental y el espíritu de este Real Madrid al que, al igual que al de fútbol, nunca hay que dar por muerto.

Resucitó una vez más el Madrid y, con los blancos encendidos en ataque y defensa, acogotando los ataques azulgranas, la puntilla acabó por darla Yabusele, que con 83-85 capturó un rebote vital cuando solo quedaban tres segundos. El francés falló el primero, pero metió el segundo de sus dos tiros libres y ahí tuvo que rendirse un Barça que aspiraba a ganar la Euroliga diez años después de su segunda conquista pero debió ceder el camino a la final al más laureado del continente, que volvió a exhibir sus mejores virtudes y a sobreponerse a las situaciones más comprometidas en un enfrentamiento de máxima exigencia.