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Iván Benito
Viernes, 8 de septiembre 2023, 19:09
A veces el baloncesto es piadoso con los equipos generosos y cruel con los todopoderosos. Serbia y Alemania disputarán este domingo (14:40 horas) la final del Mundial de baloncesto. Ambos bloques europeos, con grandes individualidades pero sustentados en el poder colectivo, derrotaron al talento ... y músculo norteamericano. Estados Unidos y Canadá tendrán que pelear por el bronce. Una final de consolación para los de Jordi Fernández y un calvario para los de Steve Kerr, que saldrán de Manila con la lección de que para lograr la medalla de oro que siempre dan por segura en los Juegos Olímpicos (han ganado 15 de 19 posibles) deberán reunir al mayor número de estrellas consagradas posibles.
«Esto ya no es 1992», indicó Steve Kerr en rueda de prensa. «Los jugadores son mejores en todo el mundo, los equipos son mejores. Felicitaciones a Alemania, estuvieron fantásticos», apostilló. En el verano en el que los astros de la NBA estallaron contra el atleta tricampeón del mundo Noah Lyles, quien criticó que a estos se les considerara como campeones del mundo, el combinado germano doblegó al estadounidense y bajó a la tierra a aquellos que todavía desprecian el baloncesto que se juega más allá de los 50 Estados y Toronto.
De igual a igual, Estados Unidos y Alemania han firmado un encuentro vertiginoso, lleno de ritmo, acierto y acciones espectaculares y falto de defensa. Los dos últimos minutos reflejaron de forma fiel lo que fueron los 40 totales. Porque pese a la cantidad de puntos que refleja el marcador, 111-113, no se jugó ninguna prórroga. Los estadounidenses, que fueron todo el partido a remolque, se situaron a solo un punto de desventaja 107-108 a falta de minuto y medio.
Cuando la batuta de Schröder parecía diluirse y ningún otro tomaba el mando, una concesión defensiva estadounidense comenzó a decantar el duelo. Un saque de fondo, un despiste, Andreas Obst (24 puntos) recibe liberado, finta y deja en el suelo a Tyrese Haliburton, tumbado, y se levanta para anotar el triple del Mundial. El partido era un correcalles. Fue Mikal Bridges a imponer su superioridad física ante Schröder y anotar rápido, pero desde el otro lado llegó Isaac Bonga, quien está en el grupo de jugadores con los brazos más largos, para taponar la bandeja.
La puntilla la pondría el eléctrico base alemán. Su delicioso paso atrás y canasta simbolizó la paradoja de Estados Unidos en el baloncesto FIBA. Liquidados por una canasta muy NBA y por un jugador que no logra asentarse con el estatus de estrella que le otorga vestirse la camiseta alemana. Schröder, tras su -10 de valoración en los cuartos de final, logró 17 puntos y 9 asistencias, que junto a los 24 tantos de Obst, los 22 de Wagner y los 21 de Theis, que se impuso en la pintura, descabalgaron los 23 de Edwards y su 2 de 8 en triples, los 21 de Reaves, puro corazón ante la que pudo ser su selección, los 17 de Brisges y los 15 de Brunson.
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