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Amador Gómez
Martes, 15 de septiembre 2015, 01:51
España se ha acostumbrado a padecer y a vivir finales agónicos en el Eurobasket, pero el sufrimiento ha conseguido engrandecer a esta selección que ya está en las semifinales del Eurobasket y si el jueves gana a Francia en el último cruce decisivo no sólo ... se habrá asegurado otra medalla, sino que también cumplirá el objetivo del pasaporte directo para los Juegos Olímpicos. Lo que después de tantísimas dudas y vaivenes en Berlín y Lille parecía una quimera ya es una realidad.
España, que como muchas otras veces no inspiraba confianza para llegar lejos porque andaba a tirones y dependía demasiado del talento de Pau Gasol, ya ha entrado en la lucha por el podio en el Europeo, donde este martes ganó una dura batalla contra Grecia, en la que se impuso, además de por el talento de su líder, con la fundamental compañía de Nikola Mirotic, por su defensa y su corazón.
Cuando más sufre España más parece disfrutar. Le ocurrió en el cierre de la primera fase ante Alemania en un duelo vital a cara o cruz y, tras tener que sacar lo mejor de sí misma en el último parcial contra Polonia, le volvió a suceder en cuartos, donde hasta el pitido final no pudo respirar, rezando para que el precipitado y lejanísimo intento de triple de Antetokounmpo no entrase y llevase a España a la lona. De nada sirvieron los 12 puntos y 17 rebotes del autor del último lanzamiento, porque la actitud de España, su intensidad, pese a no estar demasiado acertada en el tiro, sobre todo durante un preocupante tercer cuarto, el talento y el carácter ganador, pudieron con todo. Frente al físico de los guerreros helenos, que no se rinden nunca, España impuso el carácter, la garra, el poderío interior de Mirotic y Gasol y la sangre fría desde la línea de tiros libres, que fue un lastre para Grecia durante todo el duelo.
Contra el físico y clase del enemigo que amenazaba con frenar la espiral ganadora de una selección española habituada a callar bocas y a levantarse cuando peor parece estar, para derribar a un equipo que hasta cuartos de final estaba invicto y se presentaba como un rival temible, España recurrió a sus mejores armas. Al sacrificio defensivo y al de siempre, a su líder (27 puntos y nueve rebotes de Pau Gasol), que en una cita tan comprometida y exigente por fin contó con una colaboración ofensiva importantísima de Mirotic.
Sin embargo, también encumbró a un secundario que por fin, y en partido tan trascendental, quiso demostrar que tiene casta. Víctor Claver, con ocho rebotes, cinco de ellos defensivos, dio el plus necesario a España contra un adversario que metía miedo por dentro y por fuera con Printezis y Antetokounmpo pero para el que la producción de sus pequeños (Spanoulis y Calathes) no fue suficientes.
Consciente de que le esperaba su partido más difícil en este Eurobasket, España jugó un partido muy serio, apelando, aunque agarrada a la clase de Pau Gasol, que no se vio lastrado por sus molestias en el gemelo, al carácter del colectivo. Al esfuerzo grupal que la llevó hace nueve años a la cima mundial, y después, con este mismo seleccionador, también a su primer título europeo revalidado dos años después. En esta ocasión el desafío era mayúsculo, con tantas y tan importantes ausencias por lesión, pero con el compromiso y la fuerza física y mental de Pau Gasol España ha demostrado que todo es posible, pese a mostrarse muy desconcertante a lo largo de todo el torneo.
España, pese a tener altibajos, respondió desde lejos (un 39% en triple), siempre se sintió dominadora y ni siquiera acusó hundirse en ataque en el tercer cuarto (preocupante parcial inicial de 3-14), en el que salvo el mayor de los Gasol (11 puntos por 16 de todo el equipo), apenas apareció nadie más. El momento crucial, el de demostrar que España es un gran equipo que es capaz de todo, llegó cuando debía afrontar el período definitivo en desventaja (55-57) y se conjuró para la reacción y dejarse la piel en la cancha ante el incansable ejército heleno. Grecia encomendaba tanto a Spanoulis como España a Gasol, pero la selección de Scariolo tuvo muchas más variantes y más compromiso defensivo en el momento de la verdad. Claver se hizo el dueño de la pintura, la defensa española anuló el ataque helenos y España puso la directa hacia el triunfo y las semifinales.
Por supuesto, debió salir Pau a seis minutos del final (62-60), para que sólo cuatro después España se pusiese siete arriba (68-61). Ese marcador se mantuvo igualado hasta que sólo quedaba un minuto y 20 segundos y España ya vio el partido ganado, pero los balones perdidos, y dos triples seguidos de Grecia, llevaron a un desenlace inesperado (72-71 a cuatro segundos del final. A Pau, después de a donde a llevado a la selección, se le perdonan los dos tiros libres que falló en la recta final y que dieron aún más emoción a un choque memorable, en el que la agresividad fue fundamental, y eleva la moral de los ganadores. El próximo rival, el jueves (21.00 h. Cuatro), será la vigente campeona, Francia, que este martes derrotó en cuartos a la sorprendente Letonia por 84-70.
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