V. SOTO
Jueves, 15 de enero 2015, 09:44
Hace diez años y tres meses, Jesús Sala aterrizaba en Logroño. En principio, iba a compartir banquillo con Cuco Rodríguez pero, finalmente, se quedó al mando no sólo de lo que ocurría en la cancha. Diez temporadas como primer entrenador y una coda de medio ... curso como director deportivo que concluyó ayer de forma inesperada. Ahora, con 37 años, da el salto a ACB como segundo técnico del Montakit Fuenlabrada.
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En verano, reconocía que sólo hubiera abandonado Logroño «por un reto deportivo atractivo en Madrid» a causa del trabajo de su mujer; y, «en lo profesional, por la posibilidad de entrenar en ACB». Los dos condicionantes se entrecruzan. «Es una oportunidad única», reconoce. «Por una parte estoy muy contento, pero también tengo una parte de tristeza. Después de diez años, me voy con un nudo en el estómago», explica. «Realmente estoy jodido por la dinámica de este año, que me hace estar responsabilizado por lo que sucede, pero por otra parte las oportunidades hay que agarrarlas», resume.
El Fuenlabrada cambió de entrenador la pasada semana y Sala recibió la llamada de Hugo López el viernes. «Me puse en contacto con el presidente y el gerente del Clavijo y me abrieron todas las puertas. Hasta el domingo por la noche no había nada cerrado, así que todo ha sido un poco rápido», analiza.
El madrileño deja atrás una trayectoria sobresaliente en Logroño. Suma un título de Liga en la campaña 2010/2011, que sirvió para ascender a LEB Oro, una Copa del Príncipe y la clasificación para el 'play off' de ascenso a ACB el pasado curso, además de cuatro temporadas en Oro. «Pero más que jornadas concretos, lo que voy a echar de menos son las personas. Dejo buenos amigos en Logroño y por eso voy a sufrir», concede. «Después de tantos años, con buenas y malas situaciones, me quedo con el trato de la gente. Me he considerado muy feliz en Logroño. Pero yo siempre digo que los mejores momentos no son los pasados, sino los que están por venir», reflexiona.
«Plena confianza»
Con Hugo López, ayudante durante cinco temporadas de Pablo Laso, deberá reflotar al Fuenlabrada, antepenúltimo en ACB con cuatro triunfos en 16 partidos. No se le caen los anillos a Sala por convertirse en segundo técnico: «Tal vez porque he sido un primer entrenador atípico, creo que me adaptaré bien. Entre mis responsabilidades estará el estudio de los rivales, pero siempre las decisiones serán de Hugo».
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Con Fuenlabrada y con López le unen años de colaboración, conversaciones, enfrentamientos en partidos y campus estivales que ahora se ven plasmado en este proyecto. Pero, pese a todo, la responsabilidad de lo que ocurre en Logroño también atenaza a Sala. «Sé que el equipo va a mejorar. Tengo plena confianza en él y en Antonio [Pérez]», resume. Según el ya exdirector deportivo, «lo peor de la temporada, con tantas lesiones, problemas, salidas de jugadores... ya ha pasado». «Desde la semana antes de Navidad he visto al equipo entrenar de otra manera, pero es cierto que se necesita un triunfo para entrar en esa dinámica positiva», añade.
Ahora, pase lo que pase en el parqué, nadie podrá buscar a Sala con la mirada como revulsivo, lo que también puede resultar positivo para Antonio Pérez. Aunque Sala es claro: «Yo estaba para apoyar el trabajo del cuerpo técnico. En ningún momento había otra misión más allá de ser el paraguas para lo que ocurriese en el día a día».
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Con el Cocinas.com rozando los puestos de descenso, Sala dice «no tener dudas» de la permanencia. Lo difícil es pensar en una segunda vuelta de 'play off', pero si con todas las desgracias ocurridas en la primera hemos estado salvados, sólo creo que podemos mejorar», analiza.
Un proyecto continuista
A la espera de una mejoría de juego y resultados, lo que no se discute ya es el proyecto de futuro que se ha gestado con la generosa aportación del técnico madrileño. «La línea que llevaba el club era la buena, pero ahora toca reorganizarse, y eso siempre es difícil», comenta. «El proyecto de apostar por jugadores joven y por reforzar el equipo EBA sé que seguirá marcha. Sólo falta situar el ámbito de decisiones en otras personas», incide.
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«Hay relaciones que son de amor-odio. Lo mío con el Clavijo ha sido amor-amor. Estaré eternamente agradecido al club lo que ha hecho de mí. Llegué con 25 años y me voy más maduro, con más experiencia y vivencias. Gracias al Clavijo me llamó la selección española con la que conseguimos un oro en el Europeo sub-20 del 2011 y gracias al Clavijo me llega ahora la oportunidad de militar en un equipo de ACB», resume. «No quiero decir adiós porque las puertas del Clavijo sé que siempre estarán abiertas para mí. Me quedo con un hasta luego», concluye.
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