Javier Bragado
Martes, 7 de octubre 2014, 19:29
Extenuada y feliz, Marta Xargay aterrizó en Madrid con sus compañeras con el cansancio en los ojos de quien comandó la defensa más solicitada en el Mundial de baloncesto. Pero al mismo tiempo la catalana envía las señales de la satisfacción después de un trabajoso ... esfuerzo. «Cuesta asimilarlo. Es algo muy grande lo que hemos hecho», deletreaba con la pausa obligada de la fatiga con la medalla de plata que se colgó en Turquía.
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Xargay, la número '10' de España, es una de las que ha ido escalando poco a poco en la selección española. De invitada a complemento. De suplente a titular. De subcampeona europea en el equipo sub-20 a debutar en 2011 y sufrir con la absoluta la bajada a los infiernos del fatídico Europeo y una lesión que le impidió ayudar a evitar el desastre.
Sólo tres años después, el conjunto de Mondelo respiró con la concentración y la rapidez de sus manos con la exterior de 23 años. «Es la recompensa de todos los años que llevamos fuera de casa entrenando mañana y tarde cada día. Por ejemplo, este verano he estado entrenando un trabajo que nadie a lo mejor ve y tú vas recogiendo sus frutos poquito a poco», revela la baloncestista de 1,81 que hizo horas extra para intentar frenar incluso a ala-pívot de Estados Unidos en el último campeonato.
Sin embargo, la fatiga no impide a la gerundense aparcar los sacrificios y olvidar el momento en que se fijó su objetivo. «Empecé porque nos apuntamos el grupo de amigos en el 'cole' para pasar un ratito juntos. ¿Quién me hubiese dicho que llegaría aquí? Aunque sí que es verdad que hace poco mi madre me comentó que una vez que estábamos viendo en la televisión a la selección femenina yo le dije: 'Mamá, algún día yo estaré'», reconoce.
Del último Mundial ha acaudalado una medalla y el peso específico de ser una pieza importante después de unas semanas que no olvidará. «Me quedo con la celebración de las semifinales, cuando pasamos y nos reunimos todas en el centro de la pista para empezar a saltar», confiesa sobre un grupo en el que la diversión y la ética de trabajo se han complementado. En lo deportivo, aquel duelo dejó una estadística destacada: con Marta Xargay dentro de la pista el parcial de la selección española se elevó 15 puntos por encima de las anfitrionas. «Cada momento es especial y diferente, pero jugar una semifinal contra Turquía contra tanta gente en su casa fue muy especial», analiza. La final también entregó una buena imagen de Xargay. Las estadísticas revelan que mientras la exterior se mantuvo en la pista (25 minutos) las norteamericanas sólo lograron cinco puntos más que las españolas.
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El subcampeonato del mundo ha sido la guinda a numerosas semanas de trabajo incansable para Xargay. «Es un momento de gloria. Quiero disfrutar esto porque no queda casi nada para empezar la pretemporada», reconoce con la mirada en el calendario. En los próximos días optará por eliminar el estrés y recuperar energías, aunque su propia naturaleza le impedirá olvidarse del trabajo. Antes, como avisó, su madre podrá comentar en su casa que la vio triunfar por televisión.
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