Subcampeonas en la gloria

La todopoderosa Estados Unidos aplastó pronto las opciones de España. Con un juego rápido y efectivo se dispararon al comenzar y las españolas fueron estranguladas por su propio miedo. Sin capacidad para provocar los titubeos de las norteamericanas, el marcador enseñó pronto la realidad del abismo entre conjuntos (5-15). Desde la desventaja pronosticada la mayor parte de las españolas perdieron la fe en la posibilidad de sorpresa. Con miedo a entrar en la zona se multiplicaron los lanzamientos exteriores con los correspondientes fallos mientras que en el bando contrario se elevaron con un 75% en las canastas de tres puntos. Ante la escasa movilidad de las españolas, las norteamericanas vivieron un inicio plácido para una final del Mundial sin exigencias y el horror de una tunda invadió el ambiente.

Pero Lucas Mondelo demostró de nuevo su capacidad para encontrar nuevas vías. El seleccionador español descubrió en la salida de Silvia Domínguez y Anna Cruz un revulsivo para trastocar los planes de Geno Auriemma, cuyas jugadoras interiores habían embocado hasta entonces 18 puntos en la pintura. Sin embargo, el mayor ejemplo para la resistencia de España se levantó de nuevo en la figura de Sancho Lyttle, quien fue la única que permaneció con los brazos en alto para esperar los errores de sus adversarias. La jugadora con nueve años de experiencia en la WNBA se empleó a fondo en los bloqueos y apretó los dientes incluso después de cometer tres faltas personales al comenzar el segundo cuarto.

Contagiadas por la caribeña, las españolas se inspiraron y aplicaron hasta recuperar con la pívot, la tensión, las ayudas y los robos de balón que caracterizaron el juego de las de Mondelo durante todo el torneo. Sólo la condena de un 18% en tiros triples y la sequía total e inesperada al contragolpe al descanso (frente a los 12 tantos de las norteamericanas) impidieron a las europeas acercarse en el marcador de un período en el que forzaron el primer tiempo muerto solicitado por Estados Unidos. Taurasi, con 7 asistencias, Charles, con 6 rebotes en defensa y Moore, con 16 puntos, enviaron a las españolas al vestuario con el mensaje de que las previsiones eran ciertas.

Balance positivo en la segunda mitad

Con la desventaja de 23 puntos, el equilibrio regresó a la pista. El amor propio de las de Mondelo y la aportación de los deseos de las jugadoras del banquillo enseñaron un tercer cuarto en el que las españolas lograron igualar en puntos a las omnipotentes nuevas campeonas del mundo. Además, durante ese período Alba Torrens logró al fin escaparse de la eficaz vigilancia de sus defensoras. La balear anotó su primera canasta a casi cuatro minutos para el final del tercer período y sus compañeras pudieron relajarse a la hora de construir al disfrutar de una vía de anotación regular y fluida.

El último período sirvió para algún detalle con las suplentes, para superar en rebotes totales a las norteamericanas y para ganar un cuarto (16-10) para recordar una final que debe ser un hito en su carrera. Acceder al choque por la medalla de oro de baloncesto ha sido inesperado incluso para las vigentes campeonas de Europa debido a los avisos de humildad en años cercanos.

Con la lección aprendida, las de Mondelo desarrollaron en el torneo un excelente capítulo para la historia del baloncesto español por la voluntad de trabajo, disciplina, creatividad y capacidad para canalizar los puntos fuertes de cada jugadora. Sancho Lyttle capitaneó al conjunto durante su estancia en Turquía con su personalidad, su ejemplo de trabajo y con unos excelentes resultados en la pista, donde aportó puntos y rebotes imprescindibles para la plata española. Torrens, por su parte, sucumbió en la final a su propio prestigio, puesto que las norteamericanas le aplicaron un marcaje especial que impidió sus penetraciones, carreras y lanzamientos peligrosos. Pero ambas se despidieron de Turquía con una medalla de plata, un puesto en el quinteto ideal y la satisfacción de colaborar en la única presencia de jugadoras españolas en la final de un Mundial. Para el próximo reto cuentan con la capacidad de dirección y de innovación de Lucas Mondelo, un entrenador que ha moldeado un nuevo grupo que aspira a mantenerse entre las mejores a pesar de ser el sexto mejor equipo del mundo según el ranking de la FIBA. En Turquía el listón estaba muy alto, pero las españolas seguirán entrenando para algún día intentar saltarlo.