«El Clavijo no es un club que se esté muriendo, sino que va a más»

Jesús Sala es ahora director deportivo del Clavijo. ¿Cuál va a ser su trabajo?

Realmente ya venía haciendo el trabajo de director deportivo en la construcción de plantilla. Ahora voy a seguir estando ahí, pero fuera de la pista. Veré los entrenamientos del primer equipo y del EBA, si sale, y haré seguimiento de los equipos y la cantera. También habrá una segunda vertiente: trabajar con ciertos jugadores y reforzar su formación con sesiones individuales.

¿No le inquieta cambiar de trabajo?

Aunque lleve 21 años en el baloncesto, he trabajado en otras cosas y cada reto lo he afrontado con ilusión. Ahora estoy montando una liga de verano en León, estoy produciendo una obra de teatro... Lo importante es afrontar retos con ilusión.

¿Tal vez le ha faltado ese punto de ilusión para seguir?

Necesito un poco de aire para volver a entrenar, aunque me sigo considerando entrenador.

¿Podría haber cambiado su decisión, por ejemplo, si le hubiera llegado una oferta de ACB?

Dos cosas me podían haber hecho cambiar. En lo personal, un reto deportivo atractivo en Madrid, por el trabajo de mi mujer. En lo profesional, la posibilidad de entrenar en ACB. Pero no tengo esa ocasión.

¿Tiene miedo a que, con su decisión, salga del mercado?

Hay gente que me ha dicho que puede suceder. Pero las personas que más me quieren entienden que hay ciclos que se cierran y que hay que emprender retos. Mi entorno ha comprendido la decisión.

¿Se va a sentir cómodo estando detrás de Antonio Pérez, el nuevo técnico?

Voy a aprender mucho de Antonio, porque es un técnico muy preparado y un gran director de juego. Ha estado en un equipo de ACB, ha conocido la NBA... Podría entenderse como un problema si la decisión de pasarme a la dirección deportiva hubiera sido del club. En este caso, yo decido no ocupar el banquillo y encima traigo al técnico que quiero.

¿Cómo ve su futuro?

Tengo un año de contrato y luego, ya veremos. No soy una persona de pensar a largo plazo. Para mí, el Clavijo es más que un club. Le debo muchas cosas. Me ha hecho entrenador y le tengo mucho que agradecer. Esto se puede ver como agradecimiento, pero es que quiero ser un puente entre el pasado y el futuro. Deseo que todo quede en buenas manos y ser el cemento de este proyecto tan ilusionante.

Suena casi a despedida...

Siempre voy a ser honesto con el club. Está claro que estoy más cerca de irme que de quedarme. En la contratación de Antonio Pérez hemos pensado en dos años, buscando un ciclo para ver cómo funciona. Pero, insisto, prefiero no pensar demasiado en eso.

Sabe que, si hay pitidos, el público le buscará en la grada con la mirada.

Sufrí pitidos durante dos años y ahora casi todos me aprecian. Pero espero que con Antonio pérez todo vaya bien y, si algo funciona mal, seré un apoyo porque la culpa será también en parte mía.

¿Por qué Antonio Pérez?

Nos conocimos hace siete años y desde entonces hemos recorrido caminos paralelos. Con esta situación se hace justicia. Es un gran entrenador que tiene toda la confianza. Como hombre de récords en LEB, quería dar la oportunidad a un técnico que se la merece de sobra, pero que no había tenido la oportunidad de entrenar en Oro.

¿No se va a quedar el público un poco huérfano sin su presencia?

Habrá gente que esté triste por nuestra salida, pero también tiene que haber interés por ver cosas nuevas. Los fichajes son lo que más atrae al público y ahora van a poder ver nuevos entrenadores y eso es un aliciente.

¿Con qué se queda de su década al mando del Clavijo?

Con la sensación de que hemos ido creciendo, con altibajos, pero siempre en línea ascendente. Y también con todo lo que me rodea a nivel humano. Me he sentido muy arropado y he encontrado grandísimos amigos y grandísimas personas.

¿Y los momentos malos?

En la balanza pesa mucho más lo bueno. Las situaciones complicadas por las que he pasado ahora las veo con una sonrisa. Me quedan los recuerdos positivos porque este club tiene algo muy especial: el potencial humano que emana. Lo notan hasta los jugadores recién llegados.

¿Qué recuerdos se le han quedado grabados en la mente?

Por ejemplo, el primer 'play off' al que llegamos en LEB Plata. Recuerdo la alegría de David Suka y el abrazo que nos dimos en el túnel de vestuarios. También, por supuesto, la temporada del ascenso a Oro, con el partido de Mallorca como colofón. Pero también el triple de Galarreta en Ourense y ese quinto partido del 'play out'. Significaba no descender, pero nos liberó de una carga tremenda. A veces evitar un fracaso es más emotivo que un logro.

En el debe, usted ha insistido mucho en ello, queda la falta de respuesta del público. ¿Se han sentido solos?

No. Pero está claro que hay que intentar que venga más gente. Desde el primer día, con este cambio, debes intentar atraer a más personas y esa va a ser parte de mi trabajo. Crear más tejido social va a ser un objetivo prioritario. Todos los días de partido habrá actividades. Ha habido cosas que se han quedado en el tintero y que ahora podremos llevarlas a cabo.

Capacidad menguante

Y todo en un contexto de crisis, en la que la capacidad del equipo, económicamente hablando, mengua.

La idea es hacer de la necesidad virtud. Por eso creo que este proyecto, con juventud, cantera, nuevas caras, va a resultar atractivo. Lo más fácil es traer de fuera materia prima, jugadores. Pero, económicamente, no podemos competir. Lo que sí se puede hacer es atraer a jóvenes que mejoren a los canteranos y también mejorar los formadores. No es un trabajo de tres meses, pero en dos o tres años se podrá crear un flujo de jugadores muy interesantes para el futuro.

¿Cómo será ese proyecto de filial en EBA?

Es la verdadera apuesta por la juventud. Hay jóvenes, como Cristian García, a los que queremos repescar porque han tenido que salir. También daremos oportunidad a chavales de la cantera y nos fijaremos en jugadores con potencial. No es volvernos locos y contar con todo jóvenes. Sumando el equipo de Oro y EBA, podría haber cuatro o cinco veteranos, cinco o seis jugadores de entre 20 y 23 años y otros tres de entre 17 y 20 años. Ahí van a estar las apuestas. En formar jugadores, con contratos multianuales, que puedan despuntar y puedan salir del club. Nunca vamos a ser un equipo comprador.

¿Ha echado algo de menos estos años?

[Ríe] Un presupuesto alto. Con más dinero, podríamos haber estado entre los tres primeros. Tengo envidia sana de Joan Peñarroya, que ha logrado el ascenso a ACB con el Andorra. Pero se han dado unas circunstancias muy especiales para ese ascenso.

En Logroño, soñar con ACB sigue siendo imposible.

El Clavijo tiene que estar aún unos años para pensar en eso. Hace diez años, se podía apostar por el deporte. Ahora no sólo no se puede, sino que, sinceramente, creo que no se debe. Hay muchas necesidades sociales que van por delante del deporte. Sería una falta de respeto.

¿Pero hay que desechar la idea de la máxima categoría?

Hay que trabajar para que en el futuro se logre, pero ahora los condicionantes resultan inasumibles. Casi nadie puede disponer de 8 millones de euros para ascender a ACB. Pero el Clavijo no es un club que se esté muriendo, sino que va a más. Llegará un día en que, apoyado por el sector privado y el público, lucharemos por estar arriba.