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El atletismo riojano atraviesa uno de los momentos más delicados e inciertos de su historia más reciente. La crisis institucional parece ser aún más profunda ... que la deportiva y puede conducir a la casi desaparición, en la comunidad, de este deporte (muy tocado por la pandemia y la mala gestión de la Federación).
El nuevo vacío de poder en la Federación Riojana de Atletismo tras la dimisión en pleno de la junta directiva –que asumió la dirección de la institución el pasado mes de julio– por la delicada situación financiera, pone en peligro la competición de la próxima campaña, lo que aún agravaría más la situación.
Actualmente, la Dirección General del Deporte sólo puede observar con preocupación. No se ha comunicado oficialmente la dimisión de la Junta Directiva y, cuando ésta lo haga, debe esperar a ver qué sucede, antes de intentar mediar o incluso intervenir, por lo menos, para recuperar las pruebas escolares, que son de su competencia.
Una junta gestora tendrá que conducir a la institución hasta un próximo periodo electoral, pero actualmente ni hay junta gestora ni tampoco se vislumbran candidatos para tomar las riendas de una Federación cuya situación económica no es buena (aunque en los próximos días ingresará aproximadamente 50.000 euros correspondientes al 70% de la subvención autonómica, y antes de acabar el año el 30% restante -otros casi 25.000–).
Sin embargo, tras la celebración de la Asamblea Extraordinaria en la que la Junta dimitió y quedaron paralizadas las competiciones, ya surgieron las primeras preguntas. En la misma sala había representantes de los clubes que decían «¿Cómo voy a pedir a los atletas que renueven la licencia si no se sabe si va a haber competiciones? Si no hay, es un gasto inútil». Una pregunta que alcanza una trascendencia más allá de lo deportivo, porque las licencias son una fuente de financiación importante de la Federación (la estimación para el año próximo es de 28.000 euros, o lo que es lo mismo, casi el 25% del capítulo de ingresos). Si no hay licencias, bajan mucho los ingresos.
Por otra parte, ayer mismo también, algunos atletas estudiaban la posibilidad de tramitar su licencia a través de la federación vasca o navarra, algo que –con el reglamento en la mano, y tras los últimos problemas surgidos en la Media Maratón de La Rioja– les impediría competir en las pruebas riojanas (salvo que éstas se incluyeran en categoría nacional, algo improbable porque supone el pago de un canon) aunque les abriría las puertas en esas comunidades.
Los atletas se verán obligados a tomar rápido una decisión, puesto que la nueva temporada comienza el día 1 de enero.
Además, ha de tenerse en cuenta que si las pruebas desaparecen o se reducen drásticamente, la subvención que la Federación Riojana de Atletismo recibe del Gobierno autonómico también se vería reducida, y con ello, su capacidad económica.
En estas condiciones, la solución pasa por la recuperación de la normalidad institucional –a través de una junta gestora o, a más largo plazo, de un proceso electoral para elegir un nuevo presidente– y la recuperación del calendario aprobado en octubre por la Asamblea, para recuperar también la normalidad deportiva... pero con urgencia.
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