Azurmendi, el restaurante de Eneko Atxa en Larrabetzu, se ha convertido desde hace pocas semanas en el primer restaurante en cooperar de forma estable con la NASA, según asegura Eneko Axpe, colaborador científico de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) formado en la universidad de Stanford y encuadrado en el Basque Culinary Center.
Publicidad
El proyecto pasa por estudiar y aprovechar las propiedades alimentarias y constructivas de los micelios (los pelillos alimenticios) de los hongos. El programa MIAC (Mycelium Microtech Off Planet) de la NASA persigue, explica Atxa, crear estructuras con estos micelios para la exploración espacial y dar forma a nuevos productos utilitarios y comestibles.
Eneko Atxa asegura que ya realizan pruebas en Azurmendi con estos micelios «que nos abren distintas vías», tanto en el campo de la alimentación como de la construcción de mobiliario. De hecho, la colaboración con la agencia estadounidense puede sentar las bases para la colonización humana del espacio al dotar a los exploradores de materiales de construcción y alimentos fuera del planeta Tierra.
«No nos interesa tanto trabajar los micelios para hacer un risotto o una pasta, o tratar de imitar el aspecto de una carne o de unos nudles, sino crear una generación nueva de alimentos que no se parezcan a nada de lo que se ha hecho», subraya Atxa.
«Serán alimentos saludables y sostenibles a partir de las diferentes esporas de los hongos. El convenio de colaboración es por cinco años y nos quedan por delante cuatro de mucho trabajo», apunta Atxa.
Publicidad
El primer uso pasa por aplicar los micelios en «arquitectura verde» en la Tierra. «Azurmendi será el primer restaurante del mundo en aplicar esta arquitectura verde en mobiliario, en cuberterías, platos, boles, en manteles, prendas de vestir... y, también, en platos sostenibles», apunta Eneko Axpe.
«Mire, hoy se tiene la idea de colonizar otros satélites y planetas, como Marte, para construir nuevos asentamientos y crear hábitats fuera de nuestro planeta. La misión Artemis I persigue llevar a la Luna a la primera mujer y a la primera persona no blanca. Pero al espacio no se puede enviar aluminio, acero o cristal porque existen límites de masa y de volumen en las naves espaciales. En concreto, 29 toneladas por persona. La solución es usar materiales vivos, como estos micelios, que son las raíces de los hongos. Ellos constituyen las hifas, filamentos del micelio de los hongos. El micelio puede crecer en todo tipo de sustratos. Es ligero, y fácil y rápido de reproducir: 40 milímetros al día, lo que nos daría más de un kilómetro de filamentos en los tres años de duración de un viaje a Marte. Pesa muy poco, resiste al fuego, es biodegradable, compostable y sostenible porque no tiene huella de carbono. Y, sometiéndolo a un tratamiento térmico, es más duro que la madera», señala Axpe.
Publicidad
Pero la gran pregunta es: ¿cómo se alimentarían esos exploradores del espacio en un viaje a Marte de tres años de duración? «Se han hecho experimentos y la patata podría prosperar en un viaje así. Podría ser también el primer alimento que plantáramos en Marte. ¡Pero sólo tiene un 2% de proteína! La respuesta a ese problema está también en los micelios. Dependiendo de la especie, aportan ¡de un 9% a un 45% de proteína¡ ¡Y crecen bajo condiciones de presión y altas temperaturas!», se alboroza Eneko Axpe.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.