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Existen grandes tesoros culinarios escondidos en las carreteras secundarias de La Rioja. La Cueva del Chato es uno de ellos. A escasos tres kilómetros de Alesanco se encuentra Canillas de Río Tuerto, un pequeño pueblo de apenas cuarenta habitantes pero cuya historia se extiende por los siglos. Próximo a la Casa-Palacio de los Manso de Zúñiga, la familia Torrecilla levantó una bodega que hoy ha renacido en forma de restaurante en el que la comida se convierte en el máximo garante de la tradición de sus gentes.
Manteniendo la estructura y los imponentes techos de manera de esa antigua bodega, Maribel y su marido César decidieron dar una segunda vida al edificio familiar con la creación de un restaurante que ya acumula más de quince años de bagaje sin olvidar a las generaciones que lo levantaron a pie. De esta manera se conserva el calado original donde ahora descansan los vinos de carta así como una prensa con más de un siglo de historia que preside uno de los cuatro salones que dispone el establecimiento.
Dirección C/ Camino de Torrecilla nº1. Canillas de Río Tuerto
Télefono de reservas 941416148
Horario Martes, miércoles y jueves de 13.30 a 17.00 horas. Viernes y sábado de 13.30 a 18.00 horas y de 21.30 a 1.30 horas. Domingo de 13.30 a 18.00 horas.
Fue una completa aventura, tal y cómo aseguran ambos, ya que ninguno había trabajado en otros negocios de hostelería pero sus ganas por emprender y su amor por la cocina, la de siempre, les hicieron tirarse a la piscina. «La Cueva del Chato, hoy transformada en un restaurante-asador, sabe a campo, a tierra, a vino; a nuestros antepasados que nos enseñaron a trabajar esta tierra con cariño y honradez, y a disfrutar con sencillez de las cosas bien hechas», relata Maribel.
Su cocina se define como casera y riojana donde la calidad del producto prima por encima de todo. La gran mayoría de su amplia carta se realiza en el momento, generalmente cocinada al calor de sus brasas. A pesar de que su especialidad es la carne, también destacan platos como las virutas de foie, el pulso o los espárragos con boletus así como los guisos más tradicionales de pochas frescas o rabo de toro.
«Los platos siempre vienen vacíos, esa es nuestra mejor reseña», asegura Maribel. Y es que, tal y cómo ambos explican, «la gente se acerca a Canillas para comer aquí, algo que nos hace estar muy orgullosos».
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