AFP
Sábado, 15 de enero 2022
Combinando carne, verduras, pasta y la calabaza giraumon, de la que toma su nombre, la sopa 'joumou', antiguamente prohibida a los esclavos, es saboreada cada año el 1 de enero por los haitianos, para quienes simboliza la independencia de su país.
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Esta sopa, que acaba de ser catalogada como Patrimonio de la Humanidad, fue durante mucho tiempo sinónimo de opresión en la isla caribeña: los muchísimos esclavos, que cultivaban la calabaza indispensable para su elaboración, se vieron privados de ella y su degustación era reservada para los dueños de plantaciones francesas.
Pero el 1 de enero de 1804, cuando nació la primera república negra, Marie-Claire Heureuse Félicité, esposa del primer líder haitiano Jean-Jacques Dessalines, decidió servir este plato en cantidad. Cocinar esa sopa «era una forma de marcar estos años de privaciones, de opresión y de proclamar la victoria contra los colonizadores», dice Nathalie Cardichon, mientras compra en el mercado todos los ingredientes para confeccionar el plato nacional que se consume como acto de libertad el 1 de enero.
Además representa un momento de reunión de las familias. Algo complicado para muchos este año. En 2021, después de registrar el asesinato de su presidente el 7 de julio por un comando armado, Haití sufrió un devastador terremoto. El malestar político y la pobreza se han intensificado, al igual que los secuestros, obra de bandas que se han vuelto todopoderosas.
La inseguridad y la imposibilidad de utilizar carreteras custodiadas por bandas armadas están obligando a muchos haitianos a pasar el Año Nuevo lejos de sus seres queridos.
«Tengo amigos en la universidad cuyos padres no viven en Puerto Príncipe y que no pueden reunirse con ellos en las provincias debido a la situación de seguridad», explica Stéphanie Smith, estudiante de la capital. «¡Así que los invito!».
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Su madre, Rosemène Dorséus, a menudo prepara sopa 'joumou' para su familia, pero en cada fiesta nacional, cocina ollas enteras. Suficiente para alimentar a «una veintena de personas», estima modestamente esta haitiana de 54 años, mientras que su hija cree que las cantidades pueden dar para una treintena de comensales.
El trabajo en la cocina comienza el día anterior e, incluso antes del amanecer del 1 de enero, las mujeres de la familia están ocupadas alrededor del fogón.
La sopa con una rica historia acaba de obtener el reconocimiento internacional, siendo elevada al rango de patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco.
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«La lucha de Haití y su voz han sido invisibles y hoy es una forma de registrarla», considera Dominique Dupuy, embajadora de Haití ante la Unesco, quien recuerda el «papel fundamental y crucial en la historia de la humanidad» de Haití, el primer país en abolir la esclavitud.
La consagración de la sopa 'joumou' constituye, según ella, una «justa rectificación histórica». Su delegación hizo todos los esfuerzos posibles para lograr su inclusión en el registro, solicitando una aceleración de la tramitación del expediente en agosto. El 16 de diciembre, finalmente obtuvo una calificación perfecta.
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En Haití, cocinar la sopa 'joumou', una costumbre que se remonta a más de dos siglos, es una forma de honrar a su país y su pasado.
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