El Serenella apaga los fogones

También alguno de sus actuales camareros lo ha intentado, pero al final no ha podido ser y es algo que llena de pena tanto a Luci como a su marido Jesús. El bar va muy bien, «lo que pasa es que hay que trabajar mucho», reconocen.

Para cantidad de logroñeses, las decenas de tortillas que Luci prepara cada día son las mejores que se pueden disfrutar en la ciudad, «y por eso, los clientes me piden que no cierre, que aguante un poco más, pero ya estamos muy cansados. Tanto mi marido como yo tenemos ya 68 años, y nos cuesta mucho», señala, «y ya nos merecemos descansar» aunque a continuación añade: «Me da mucha pena, este bar ha sido nuestra casa. Aquí se han criado nuestros hijos...».

Cada día, son muchas las tortillas de patata que se venden en el Serenella: «Los clientes se las llevan hasta calientes, porque aquí va de la sartén a la calle, y todo lo hacemos nosotros. Nada de congelado, ni prefabricado», explica mientras un proveedor le descarga en el comedor (ahora convertido en almacén) unos sacos de patatas. Esa buena praxis y el toque personal que Luci sabe darle a sus tortillas hace que cada día venda decenas de tortillas. «Los sábados, sólo por la tarde, nosotros hacemos entre 45 y 50 tortillas, tanto para la barra como para llevar», pero luego hay jornadas excepcionales, por ejemplo, cuando hay partidos de fútbol: «Lo normal son unas sesenta tortillas diarias, pero hace unos días, cuando el Athletic de Bilbao jugó aquí en Las Gaunas, hicimos más de 100».

Cuando el bar Serenella abrió sus puertas, hace ahora 37 años, la tortilla solamente era una más de sus ofertas culinarias (ahora aún se puede disfrutar de una barra muy bien nutrida con pimientos rellenos, banderillas de diferentes tipos, sesos rebozados, orejas...), pero el Concurso de Tortillas de Patata que organizaba este diario cambió el rumbo del negocio. «Dábamos menús del día en el comedor, y estaban muy bien. Venían muchos trabajadores del campo de fútbol, del soterramiento... pero a partir de ganar el concurso de tortillas que organizó Degusta tuvimos que decidir si dedicarnos al menú o a las tortillas de patata. Optamos por las tortillas y no nos ha ido mal», admite con orgullo.

Luci, no obstante, también reconoce que aunque ahora las cosas han ido bien, merced a trabajar mucho, los inicios no fueron fáciles. Cuando abrieron el bar, ella y su marido tuvieron que luchar mucho para sacarlo adelante. «Yo llevaba trabajando desde los 14 años, cuando comencé en Zapatillas Fernández, cuando cerraron estuve trabajando en la cocina del Machado durante cuatro años. Jesús –Chuchi– también ha trabajado mucho, de hecho, cuando ya teníamos el bar, él seguía dando banquetes con los hermanos Cañas. Con Pedro en el Villa Cañas y con Lorenzo en La Merced».

Si no aparece nadie dispuesto a darle continuidad a las tortillas de Luci (ella está dispuesta a enseñarle sus trucos a quien se quede con el traspaso), el próximo 31 de enero, Logroño perderá uno de sus más populares patrimonios gastronómicos. «A ver si hay suerte y en el último momento aparece alguien», exclama. Si eso no ocurre, Luci y su marido, Chuchi se dedicarán a disfrutar de su merecida jubilación, a cuidar de sus nietos como no siempre pudieron hacer de sus hijos («porque había que trabajar») y pasar más tiempo en su retiro de su Tudelilla natal.