Redacción
Sábado, 22 de julio 2023, 09:58
En junio de 2012, en plena crisis económica, Blas Sos y Blanca Álamos decidieron abrir un restaurante en Pipaona de Ocón que no solo fuera una casa de comidas sino que aunara en torno a la mesa territorio, patrimonio, gastronomía e incluso facilitara las visitas ... a algunos de los hitos turísticos del valle.
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Para ello, recurrieron a algunas de las joyas gastronómicas que atesora –principalmente– el valle, pero por extensión, toda La Rioja y comenzaron su promoción a través de jornadas como las del Huevo de Oca de Ocón (de Huevocón), del Cochinillo, Fungiocón... impulsadas por el restaurante invitando a sus propios proveedores.
Así, cuando prácticamente nadie hablaba todavía de productos de kilómetro 0, La Alameda diseñó una oferta –que mantiene hoy en día– en torno a productos como el cochinillo, el cabrito o el cordero chamarito... todos con un origen muy próximo a la localidad de Pipaona –incluida dentro del territorio calificado de Reserva de la Biosfera–; además, sus platos se elaboraban con aceite del trujal de Galilea y con huevos de la granja del propio valle... y en la carta de vinos se incluyen numerosas referencias pero con una especial atención a los vinos de Rioja Oriental. La Alameda se convertía así en una embajada perfecta de las bondades gastronómicas del valle que Blas explica a los comensales antes de iniciar el ceremonial –como el segoviano Cándido– de partir el crujiente lechón de Ocón con un plato para demostrar la ternura de sus carnes.
En base al producto riojano y de la máxima calidad, Blas Sos construyó una propuesta que lleva a recuperar el sabor de los asados de antaño, esos que pasaban muchas horas en el horno de casa, con frecuencia en cocinas económicas de núcleos rurales, bajo la atenta mirada de las mujeres de la familia.
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En torno a los asados, Blas Sos y su mujer Blanca Álamos fueron definiendo una carta que se enriquece con entrantes como la Ensalada Oconuda (elaborada con productos de la huerta del valle de Ocón), embutidos de las chacinerías de la zona, o verduras recogidas en el entorno, entre otros y que también incluye pescados como un ajoarriero con langostinos, solomillo de bacalao Alejandra sobre muselina de ajo, lubina al horno al estilo Orio o chipirones encebollados en su tinta.
Desde el inicio de su actividad, La Alameda se reparte entre dos 'sedes', una para el invierno –en el centro de la localidad– en un local confortable y bien climatizado; y otra en verano, en la entrada del municipio, junto al parque en una terraza espectacularmente embellecida por geranios rojos, y en un entorno natural que permite –hasta octubre– disfrutar del aire libre de los vermús o las comidas.
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Los fines de semana, La Alameda ofrece a sus clientes –que prácticamente llenan las mesas cada día, por lo que es recomendable la reserva previa– la opción de elegir a la carta o decantarse por los menús especiales de cochinillo, cabrito o cordero. El lunes es el día de descanso, pero luego de martes a viernes existe tanto la opción de menú del día, una variada carta o los menús de asados, que siempre, han de reservarse previamente (tanto en fin de semana como en día laborable).
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