Roscón, la dulce despedida navideña

El origen de tan afamado dulce se remonta al siglo II a. C. en la antigua Roma, y se consumía en las fiestas de los Saturnales, que eran celebraciones protagonizadas por los esclavos en honor del dios de la agricultura y las cosechas.

Con el paso del tiempo, comenzó a esconderse dentro de estas tortas un haba, símbolo de prosperidad, y quien lo encontraba, era nombrado rey de reyes durante las fiestas, además de gozar del presagio de un año de buena suerte. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial, las celebraciones paganas fueron desapareciendo y esta tradición quedó en un segundo plano, aunque nunca llegó a perderse del todo.

En el siglo XI, en Francia, se recuperó su esencia con una celebración que pretendía imitar la adoración de los Reyes al niño Jesús y según la cual cada pueblo ofrecía un bollo dulce a los niños en el que se escondía un haba. Quien lo encontraba era el 'rey del haba' y se le agasajaba con regalos. Esta costumbre también era tradición entre la realeza y la aristocracia, que la celebraban junto a sus sirvientes. Finalmente, y en lo que serían los cimientos de la tradición que se mantiene hoy en día, un cocinero de la corte de Luis XV quiso sorprender a su rey introduciendo en el bollo una moneda de oro que traería buena suerte a quien la encontrara.

En la actualidad, la moneda de oro ha sido sustituida por una pequeña sorpresa, un juguete de cerámica o plástico resistente al calor. Lo que sí mantiene es la simbología de buena suerte para quien lo encuentre.

El haba, por su parte, se ha quedado con el sambenito de acarrear mala suerte, empezando por el mismo día de Reyes, ya que quien la encuentra debe pagar el roscón: el tonto del haba o 'tontolaba'.

Siglos más tarde de su nacimiento, el rosco de Reyes sigue siendo la estrella de las Navidades, un bollo redondo, con 'agujero en el medio', hecho con harina, levadura, huevos, azúcar y agua de azahar, decorado con frutas escarchadas y almendras picadas que ha sabido adaptarse a los tiempos y tendencias formando, en la actualidad, un amplio catálogo de posibilidades.

De esta forma, maestros pasteleros y maestros panaderos compiten Navidad tras Navidad para aplicar a este producto recetas originales o tradicionales, pero siempre con un denominador común: mejor artesano y de calidad.

Con todo ello, no es de extrañar que sean pocos los que consiguen no sucumbir a la tentación de degustar algún que otro bocado más allá de la noche o el día de Reyes.

El más deseado, sin duda, es el rosco relleno de nata pero su gran demanda hace que el verdadero emblema de las fiestas navideñas, con tentadores sabores y coberturas, incluso tamaños que se adaptan a todas las familias, desde los 250 gramos hasta el kilo.

La capacidad de adaptación del roscón a los nuevos tiempos, es tal que el Gastrómetro 2024, informe anual de tendencias, hábitos de consumo y datos del sector 'delivery' en España recoge entre sus conclusiones que más del 40% de los productos navideños pedidos a través de la plataforma 'Just Eat' corresponden a este tradicional dulce.