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El próximo miércoles se decide, en el marco de Madrid Fusión, en quién recae el Premio al Cocinero Revelación de 2025. Los responsables del restaurante logroñés Arsa (Calle Lardero, 7) –Beatriz y Rodrigo– están entre los nominados a un premio que en ocasiones anteriores ... ha recaído en nombres como Dabiz Muñoz, Ricard Camarena, Rodrigo de la Calle, o David Yárnoz, entre otros. Sin embargo, ellos aseguran que no se ven con demasiadas opciones.
En cualquier caso, se felicitan por haber conseguido llevar hasta un escenario como Madrid Fusión una apuesta tan arriesgada como la suya en una 'plaza' tan tradicional como Logroño. «Nosotros creemos que con la nominación se está ya premiando la aventura y el riesgo. Logroño tiene una oferta muy grande y cualificada, pero nadie se sale de una línea y apuesta por una local como el que nosotros tenemos (calle Lardero 7), con una decoración como la que se puede ver en él, una música como la que se escucha... Logroño es tradicional y quizá hacía falta un restaurante como el nuestro para completar porque hay gente que nos dice 'esto no parece Logroño'».
Beatriz va un poco más allá: «Nosotros tenemos poca vergüenza, somos muy raros, nuestro local es raro, nuestra filosofía también... pero luego el que entra se sorprende». Algún crítico gastronómico ha dicho de Arsa, como una de sus grandes virtudes, que «todo es impredecible» y es que la cocina de esta pareja riojano-andaluza practican lo que ellos denominan 'cocina arreglá, pero informal' que tiene «mucha técnica detrás», según explica Beatriz y está muy vinculada a la cocina tradicional. «Nosotros trabajamos mucho los pucheros, los caldos, las ollas porque buscamos mucho el sabor», señala la sevillana, quien también reconoce que luego a todo le dan un toque personal. «Hay mucha sorpresa y trabajamos las combinaciones a partir de nuestras ocurrencias. Podemos hacer unos caparrones como los de toda la vida, pero luego les añadimos otras cosas; hacemos un rodaballo al pil-pil, pero lo combinamos con alga nori...». El porqué hay que encontrarlo en que tanto Beatriz como Rodrigo (ambos comparten responsabilidad en los fogones) quieren que su cocina y sus propuestas «sean diferentes y personales, porque lo mismo que el local, tienen que hablar de nosotros» y es en la singularidad donde se sienten más cómodos.
Precisamente porque cada plato habla de ellos, no se pueden referir únicamente al producto de kilómetro 0. «Trabajamos el producto local, pero el producto local de aquí, de donde es Rodri y también el producto local de mi tierra, que está a 800 kilómetros, por eso nosotros debemos hablar de producto km. 0 y km. 800», comenta la andaluza, mientras Rodrigo añade que esa dualidad se lleva también a su bien nutrida bodega donde se encuentran vinos de Rioja, y también andaluces.
Esa ruptura con la cocina más clásica está siendo muy bien entendida por los logroñeses que han convertido Arsa en uno de los restaurantes de moda de la ciudad. «Nuestro público se ha ido filtrando con el tiempo. Al principio la gente llegaba con unas expectativas que no siempre se cumplían porque no sabían a dónde venían. Nosotros no ofrecemos chuletillas, por ejemplo. Pero ahora la gente ya nos conoce y hay mucha gente que se sorprende muy gratamente cuando nos conoce», explica Rodrigo. «No es que a la gente de aquí no le gustara este tipo de cocina, es que nadie se había atrevido a hacerla», apunta Beatriz.
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