Platos en miniatura y vino

Un lugar donde divertirse. Así define Alberto Rodríguez Iturza al Torres Gastrobar, su proyecto personal y laboral. Todo comenzó hace diez años cuando un joven emprendedor decidió tirarse a la piscina y adentrarse en la aventura de abrir un bar de pinchos en la calle San Juan. Su objetivo era dar a los logroñeses algo diferente y lo consiguió con creces. Su especialidad: la gastronomía en miniatura.

Aunque, tal y cómo recuerda el propietario, los inicios del Torres Gastrobar «no fueron fáciles» pero con el paso de los años el establecimiento empezó a hacerse un nombre y un lugar dentro de la San Juan. La calidad de sus productos así como el trato cercano con los clientes propició que rápidamente se hiciera con unos comensales fijos que se desplazaban cada fin de semana al local para degustar su icónico bocatita de calamares con ali-oli picante o su carne de wagyu, dos de sus especialidades.

Su oferta gastronómica fue aumentando con el paso del tiempo gracias, en su mayoría, a las manos y a las ideas del jefe de cocina, Alejandro Jiménez. «Es un cocinero increíble. Prueba y se atreve con productos y técnicas muy diferentes pero que empastan a la perfección», asegura Alberto Rodríguez. Y es que, dentro de la barra del Torres Gastrobar hay referencias a la comida mediterránea, a la comida oriental, platos de mar y montaña e incluso opciones vegetarianas.

El Torres siempre será el bar del bocatita de calamares o el de la carne de wagyu pero, últimamente, la clientela llega al bar demandando su nuevo bocatita de pecho de buey a baja temperatura. Es más, la gran mayoría de comensales «vienen exclusivamente al bar a pedirlo. Es un pincho que está teniendo una acogida enorme, estamos muy contentos», relata el dueño.

La carta y la barra del Torres está en continuo movimiento: «Nos encanta probar nuevas cosas que traer a nuestros clientes. Muchos vienen cada semana para descubrir qué hemos sacado nuevo», comenta.

Pero, ¿qué sería de un pincho sin una copa de vino con la que brindar? Nada. Algo que conoce a la perfección Alberto Rodríguez. Y es que, su amor por el mundo vinícola ha provocado que Torres Gastrobar amase una amplia carta de vinos de todas las denominaciones de origen de España. «Soy un amante del vino lo que ha hecho que dentro de mi bar tengamos unas 95 referencias de vinos por copa. Saber con qué tipo de vinos hay que maridar cada pincho es algo esencial», explica.

Alberto Rodríguez, al mando y Alejandro Jiménez, en los fogones, son solo las caras visibles de un gran proyecto que lleva más de diez años carburando gracias al «enorme equipo que tenemos en el Torres».