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Platos de cuchara: sabores, tradición y mucha salud

Platos de cuchara: sabores, tradición y mucha salud

Estas recetas han ido desapareciendo de los menús familiares pero constituyen uno de los principales patrimonios de la gastronomía por su originalidad, por los variados productos que utilizan y porque se comen conversando

Martes, 17 de diciembre 2019

Guisos, potajes, cocidos pucheros, sopas, arroces..., entramos de lleno en el maravilloso mundo de los platos de cuchara, verdaderos monumentos culinarios y saludables a los que hay que sumar las ollas, potes, potajes, fabadas, marmitacos, calderetas, sopas, cremas de verduras, caldos, consomés, estofados y otros guisos con verduras, patatas y legumbres. Como explica José Enrique Campillo, desgraciadamente en los últimos cincuenta años, estos platos han ido desapareciendo del menú familiar, pero hoy asistimos a la necesidad urgente de rescatarlos y volverlos a entronizar como les corresponde en nuestra dieta.

Y es que uno de los principales defectos de la alimentación actual en nuestras sociedades opulentas y desarrolladas es que comemos comida poco natural, ya sea procesada o sometida a exagerados tratamientos en el campo y llena de sustancias químicas no nutricionales. El mundo reclama más comida natural y orgánica. Y la manera más sencilla y sabrosa de cumplir con estas directrices es recurrir a la comida tradicional de cuchara, que nos permite seleccionar los ingredientes más naturales en la pequeña, entrañable y necesaria tienda de comestibles de nuestro barrio.

Guisos, potajes, pucheros, sopas, arroces…, los platos de cuchara son sabrosos, saludables y familiares.
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Además, los platos de cuchara facilitan la vida y la gastronomía mas íntima y familiar. Y es que gracias a los artilugios o robots de cocina, a los modernos frigoríficos y al microondas, la elaboración de platos de cuchara tradicionales se ha convertido en algo que ahorra tiempo al amo o ama de casa. Se pueden elaborar durante el fin de semana (por ejemplo unas lentejas) e irlos consumiendo a lo largo de los seis días siguientes. Con la facilidad de calentar en el microondas el propio plato, sin necesidad de luchar con los 'pegotones' de lentejas en el fondo de la cazuela.

Michel Bras, pelando un puerro. :: I. Pérez

Calidad nutricional

Y existe otra razón no menos importante. La nutricional. En la elaboración de la mayor parte de esos guisos intervienen una mezcla de alimentos que aportan diferentes nutrientes. Suelen contener legumbres, garbanzos, lentejas o alubias, cocidas con carne de vaca o cerdo, tocino, embutidos variados, algo de verdura (berza, acelgas o repollo), patatas, huevos o pescado. Estas combinaciones de alimentos diferentes son composiciones nutricionales muy completas diseñadas hace siglos, cuando la ingestión de un plato así guisado constituía la única comida para todo el día.

En invierno, caparrones

El refranero español asegura que al invierno no se le come el lobo. Esto es que siempre llega, unos años antes que otros, y casi siempre con frío, lluvia o nieve. Por eso, en cada región de nuestro país existen esos platos de cuchara, guisos que pasan de generación a generación para combatir los rigores del invierno, calentar los estómagos, alimentarse adecuadamente y disfrutar de los sabores de los mejores productos de la temporada. Explica Francis Paniego que de los platos de cuchara, de las recetas tradicionales, se dice que hay tantas como abuelas. Aquí no sirven purismos ni recetarios. Quizá solo insistir en que el resultado dependerá de la calidad de la materia prima y del mimo con que se asalten los fogones. En La Rioja tenemos maravillas como las patatas con chorizo, caparrones al vino tinto de Rioja, lentejas con chorizo riojano o crema de Coliflor de Calahorra. Cuatro recetas fabulosas.

Y es que como relata el maestro de la crítica Pepe Iglesias, «podría afirmar que el cocido tiene un origen prehistórico. Una vez que el hombre logró dominar el fuego y fabricar vasijas de cerámica o metal, lo primero que hizo fue llenar de agua esa olla y ponerla al fuego con el fin de ablandar y hacer comestibles algunos trozos de carne, bellotas, raíces e incluso hojas. Ese fue el primer cocido, aunque desde luego no llevaría garbanzos».

Los platos de cuchara nos aportan un mundo de sabores y de texturas que no podemos encontrar en los alimentos precocinados de fábrica, en los que intentan imitar los sabores y olores tradicionales mediante la tecnología química. El paladar hay que educarlo desde la infancia y disfrutarlo al máximo. La cocina de cuchara, de siempre vinculada a la vida cotidiana de los pueblos, constituye todavía una parte importante de la dieta y ofrece enormes registros de sabor y textura.

RECETAS RIOJANAS

Caparrones al vino tinto de Rioja

Dejar los caparrones en remojo con agua fría toda la noche. Poner los caparrones al fuego en una cazuela con agua fría. Cuando empiece a hervir, añadir el vino tinto y el agua fría. Cortar un solomillo de cerdo en rodajas y añadirlo a los caparrones junto con dos dientes de ajo pelados y laurel. Cocer durante una hora aproximadamente y, en una sartén con el Aceite de La Rioja muy caliente, sofreír la cebolla cortada fina hasta que se dore. Añadírsela a las judías. Salar y continuar la cocción 30 minutos más. Retirar la cazuela del fuego y dejar reposar unos minutos antes de servir.

Crema de coliflor

Eliminar las hojas verdes y el tronco a la coliflor y separar 24 florecitas pequeñas para la guarnición, que se cuecen en un cacillo con agua hirviendo con sal a hervor lento para que no se deshagan. Ya cocidos, se refrescan en agua fría y se ponen a escurrir. Picar el resto de coliflor en trozos pequeños y las patatas en ruedas gruesas y cocerlas en agua hirviendo con sal. Una vez cocidas la patata y la coliflor, pasarlas por el tamiz, y por un chino y ponerla en la cacerola. Calentar, sazonar e incorporar mantequilla y leche hirviendo. Una vez que esté todo bien mezclado, agregar los tallos cocidos de la coliflor.

Lentejas con Chorizo Riojano

. En una olla, colocar las lentejas, el chorizo cortado en rodajas, el jamón, el pimentón, el laurel, la cebolla entera, la rama de perejil, el ajo picado, el pimiento en tiras finas o en cuadraditos y el aceite. Cubrirlo de agua y ponerlo a fuego lento hasta que las lentejas estén casi blandas (25-30 minutos), sin dejar evaporarse el agua que siempre debe estar dos centímetros por encima de los alimentos. Entonces, añadir el pan rallado para espesar y cocer otros 15 minutos

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