Ningún historiador se atreve a poner una fecha concreta ni tampoco un lugar exacto en el mapa para situar el origen de uno de los platos más conocidos de la gastronomía mundial: la pizza, que mañana celebra su Día Mundial, y de la que se ... venden 5.000 millones de unidades en el mundo cada año.
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En cualquier caso, y aunque no exista un momento concreto, todo apunta a que fue en el sur de Italia (en torno a Nápoles) donde se comenzó a consumir este producto –tal y como hoy lo conocemos–, entre los siglos XVI y XVIII. Los historiadores más 'puntillosos' afirman que aunque había algo parecido, hasta que el tomate no aparece sobre las pizzas no se pueden considerar como tales a esos panes aplastados.
Los antecedentes –una especie de coca– datan de varios siglos antes, e incluso de otras zonas, porque hay estudiosos que aseguran que los egipcios ya consumían un pan plano que cubrían con algunos de los productos que conocían bien, como los dátiles o algunos quesos fundidos.
También los etruscos consumían panes planos del tipo de las actuales focaccias que luego fueron adoptadas por los romanos. También los griegos, y en general todos los pueblos mediterráneos, contaban con alimentos parecidos a la actual pizza porque utilizaban para ello ingredientes de los que disponían con facilidad como eran la harinas y el aceite, a los que cada civilización iba añadiendo otros elementos.
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Lo que parece incuestionable es que la primera pizzería, según podemos conocerlas hoy, abrió sus puertas en Nápoles en 1830, y se llamaba Antica Port'Alba. Este establecimiento al que la tradición considera el 'padre' de la actual pizza se mantiene abierto hoy en día.
En Italia fue alcanzando cada vez mayor relevancia y cruzó definitivamente sus fronteras durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas italianas, la exportaron a toda Europa, y luego con el éxodo italiano a América y el retorno de los militares del ejército de los Estados Unidos a sus casas también alcanzó una gran relevancia en ese país.
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En 1984, se constituyó Associazione Verace Pizza Napoletana, que trata de velar por la defensa de la verdadera pizza napolitana.
En cualquier caso, y pese a la acción de ese organismo, la pizza es ya un patrimonio gastronómico universal (en 2017, la UNESCO la declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad) que ahora cuenta con diferentes variantes en cada zona geográfica atendiendo a los ingredientes que son habituales.
En España, según recogen algunas crónicas, la primera pizzería abrió sus puertas en Madrid, en 1957, de la mano del italiano Aldo Sebastianelli.
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Un emigrante italiano que ya contaba con pizzerías en su país pese a su juventud, y que con 24 años, decidió abrir un restaurante –Alduccio– en la base de Torrejón de Ardoz (porque los americanos que trabajaban en la base, ya conocían el producto). Antes lo había intentado, sin mucho éxito, en un local situado en una calle (Gonzalo Jiménez de Quesada) paralela a la Gran Vía madrileña.
Este italiano no lo tuvo fácil en sus comienzos porque en España no disponía de los ingredientes necesarios para replicar las pizzas que ya hacía en su país natal, e incluso la mozzarella la tuvo que importar, para lo cual viajaba casi semanalmente a su país (donde todavía residía su familia) a comprar productos.
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Ahora, sus hijos aún continúan la tradición familiar en el restaurante Alduccio en el estadio Santiago Bernabéu, por donde han pasado grandes personalidades de la cultura, la sociedad, la política o el deporte de todos los rincones del mundo.
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