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Sergio Cuesta
Sábado, 17 de abril 2021
El arte culinario es la creatividad que alimenta el estómago y también los ojos. Hay metodologías y emplatados que proceden del talento más diferencial y de un esmero especial por lo estético. En la gastronomía, abundan los recursos plásticos que dotan a la apariencia de fundamentos y elementos estilísticos de gran belleza y elegancia. La comida es objeto de esa habilidad mediante la cual interpretamos una realidad o plasmamos toda nuestra imaginación.
En el marco del Gastrofestival de Madrid, dos de las pinacotecas más ilustres del mundo, el Museo Thyssen-Bornemisza y El Prado, participan proponiendo visitas y recorridos temáticos por obras en relación directa con el buen yantar; cuadros que despiertan, además de la vista, otros sentidos. Van der Hamen y León, Estes o Picasso son algunos de los autores que contextualizan catas y degustaciones. Como homenaje a su bicentenario, el hotel Westin Palace de la capital dispuso hace un par de años 'Cocinando El Prado', una reinterpretación en menú de composiciones creadas por Zurbarán, Goya o El Bosco.
La ligazón entre fogones y estudios es una conversación bidireccional. De hecho, a veces resultan indistinguibles los unos de los otros. Las musas van y vienen, compartidas por artistas y chefs maestros de sus gremios. La húngara Zsuzsanna Szabó, el inglés Martin Benn, el francés Grégoire Berger, el italiano Stefano Carbone o los españoles Miquel Guarro Carreras, Ángel León, los hermanos Adriá, Paco Roncero y Francis Paniego son paradigma de quienes satisfacen el hambre tanto como los deseos y sentimientos espirituales. La frontera invisible.
En el otro lado, muchos virtuosos han recurrido a los alimentos para reflejar la vida de épocas pasadas, porque son cultura y valores, síntomas contextuales de la existencia. Riqueza y pobreza, erotismo y vulgaridad, fertilidad y pecado, alegría y pena, religión y paganismo, son algunas de las emociones que históricamente hemos podido asociar a la cocina. Da Vinci, Arcimboldo, Van Dijck, Van Gogh, Velázquez, Cezanne, Dalí o Warhol son solo algunos de los más grandes pinceles que han impregnado a los alimentos de una evidente carga simbólica y los han inmortalizado incluso como iconos.
En el mundo antiguo, los murales egipcios ejercían de ofrenda obligada para garantizar el sustento en el más allá. Carnes, verduras, pan, dulces, vino, leche y cerveza fueron aderezos imprescindibles de frescos que actuaban como coberturas funerarias. De algún modo, fue el nacimiento de las naturalezas muertas que florecieron unos miles de años más tarde en los Países Bajos, Italia y España (siglo XVII), y previamente de la mano de Caravaggio. Beert, Van Dijck, De Heem o Zurbarán, entre otros, sellaron el género; más adelante, prolongado con gran destreza por Chardin, Manet, Renoir, Cezanne o Van Gogh. Estatus, socialización, costumbrismo y alegorías en apariencias comunes.
'La última cena' , de Leonardo da Vinci (1495-1498).
'La bacanal de los andrios' , de Tiziano (1523-1526).
'Cesta de frutas' , de Giuseppe Arcimboldo (1590).
'Cesto con frutas' , de Caravaggio (1596).
'Naturaleza muerta con fruta, nueces y quesos' , de Floris Van Dijck (1613).
'Vieja friendo huevos' , de Diego Velázquez (1618).
'La mesa de la cocina' , de Jean Siméon Chardin (1763).
'Comedores de papas' , de Vincent Van Gogh (1885).
'Naturaleza muerta con cortina y jarrón' , de Paul Cézanne (1895).
'Mesa para damas' , de Edward Hopper (1930).
'Huevos al plato sin plato' , de Salvador Dalí (1932).
'Niño con langosta' , de Pablo Picasso (1941).
'Latas de sopa Campbell' , de Andy Warhol (1962).
'Pollo asado' , de Roy Lichtenstein (1962).
'Orange field' , de James Rosenquist (1963).
'Huevo frito' , Sparnaay (2007).
Un siglo antes del esplendor de los bodegones, Tiziano había celebrado cromáticamente los efectos de los festejos del vino en 'La bacanal de los andrios'. Mitología y efectos báquicos –en memoria de los antiguos mitos griegos y romanos– han maridado habitualmente en lienzos de grandes artistas; además de Tiziano, Rubens ('Dos sátiros') o Velázquez ('Los borrachos') han expresado alegóricamente la evasión (de lo cotidiano) a través del placer. El exceso como regocijo. 'Vieja friendo huevos', del ilustre pintor sevillano, es un curioso y muy reconocible ejemplo de esas exposiciones de viandas y objetos domésticos comunes.
La religión mantiene una relación muy estrecha con la gastronomía –el vino, el pan, los peces–, repleta de conceptos evocadores y sugestivos –la manzana como pecado o la granada como fertilidad–, y existen infinidad de pinturas que así lo atestiguan. Una de las más célebres y colosales es 'La última cena' de Leonardo da Vinci, escena que ha sido múltiplemente representada y reimaginada.
'Comedores de papas', de Van Gogh, es exponente de sencillez en un camino más fiel hacia la realidad que en el siglo XX buscaría dimensiones menos figurativas con movimientos como el cubismo ('Niño con langosta', de Picasso) o el dadaísmo (las accident series de Zeren Badar). Los retratos sociales de Hopper, el arte pop de Warhol, Lichtenstein o Rosenquist; o el hiperrealismo, casi fotográfico, de Tjalf Sparnaay, sacian el apetito contemporáneo más cultivado. Genios que nos alimentan con una paleta.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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