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Bañar las rebanadas de pan en aceite hasta empaparlas bien. Después dejarlas descansar para llevar a la brasa en las parrillas. Eso son las pingadas, la receta con la que los prejanero preparan la tradicional merienda basada en pan con aceite heredada y aprendida de generación en generación.
Y así la preparan -a diferencia de las pringadas en otras localidades vecinas como Arnedo o Santa Eulalia Somera- haga frío o calor. O incluso llueva como ha ocurrido en la tarde noche de este sábado, siendo la inesperada invitada a la XXIII Fiesta de las Pingadas organizada con el centenario trujal de Tolillo como sede por la Asociación de Amigos de la Historia de Préjano con la colaboración del Ayuntamiento.
Con un olivar bimilenario extendiéndose entre sus dominios y los de Santa Eulalia Bajera y Herce, bañado por el paso del Cidacos, la villa de Préjano cuenta con larga tradición aceitunera. Así, la Asociación Amigos de la Historia de Préjano subraya que el trujal de Tolillo es el más antiguo de La Rioja, apareciendo ya mencionado por el Marqués de la Ensenada en su catastro a mediados del siglo XVIII.
Instaurada desde hace 23 años para celebrar el fin de la cosecha, y aunque ya no molture desde hace unos años entre sus rodillos y capachos, el trujal transformado en Museo Activo de la Cultura del Aceite recibió en la tarde de este sábado a cientos de visitantes desde Segovia al País Vasco pasando por La Rioja para compartir el ambiente de esta fiesta y el sabor de la tradicional merienda.
Iba cayendo la tarde y unas gotas amenazaban desde el cielo. Pero los voluntarios de la asociación no se acobardaban y alimentaban las brasas mientras en el interior terminaban de pingar las rebanadas de pan. El trujal abría sus puertas y mostraba toda la información alrededor del arraigo y la importancia del aceite en el Cidacos. Sobre las 18 horas, las parrillas se calentaban y las primeras pingadas salían ya dispuestas a llenar de energía la tarde.
Con el paso de los minutos las gotas se convirtieron en lluvia. Pero nadie se amilanó. Los voluntarios avivaron las brasas y siguieron asando las rebanadas para poder ofrecer las sabrosas pingadas a un público que siguió llegando sin parar. Eso sí, protegidos bajo paraguas. Y con todo el ánimo.
En el interior, además de los paneles informativos, la nueva presidenta de la Asociación Amigos de la Historia de Préjano, María Jiménez Bobadilla, y el alcalde de la villa, Eduardo Ruiz Cubillo, atendían a todos los visitantes y les instruían en los procesos del trujal, en las variedades de oliva y ante cualquier pregunta que surgiera.
Música y mercadillo solidario acompañaron la visita por las instalaciones mientras saboreaban las pingadas en una tarde que, pese a la lluvia, volvió a ser la de fiestas de invierno para los prejaneros.
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