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Cincuenta años. Medio siglo de historia. De una historia intensa que lo llevó a ser el primer restaurante español en lograr las tres estrellas Michelin. Arzak las lograría dos años más tarde. Desde su apertura en 1973, Zalacaín se convirtió en referente de la alta ... cocina y no solo en Madrid. El mérito tiene un nombre propio: Jesús Oyarbide. Este navarro, junto a su mujer, Charo Apalategui, ya había revolucionado la gastronomía madrileña una década antes cuando abrieron su primer restaurante en la capital, Príncipe de Viana. Pero Zalacaín iba mucho más allá porque Oyarbide supo crear un equipo de lujo tanto en sala como en cocina y, sobre todo, llevó a la alta cocina platos del recetario clásico español como el bacalao Tellagorri o las manitas de cerdo rellenas que todavía permanecen en la carta del restaurante. Con Benjamín Urdiain bordando la cocina, José Jiménez Blas dirigiendo con maestría la sala y Custodio Zamarra dando lecciones diarias de cómo debe trabajar un sumiller, Zalacaín vivió unos años gloriosos hasta que la crisis obligó a Oyarbide a traspasar el restaurante al empresario Luis García Cereceda.
A partir de entonces empezó una lenta decadencia. Cayeron las estrellas hasta desaparecer la última en 2014 y en noviembre de 2020 llegó el cierre. Que no fue definitivo gracias a la familia Marrón, propietaria del grupo Urrechu, que se hizo con la propiedad y recuperó buena parte del equipo anterior, encabezado por el veterano Roberto Jiménez y por el sumiller Raúl Revilla, con Jorge Losa en la cocina. El acierto ha sido mantener la herencia de esta casa, con los platos que han sido santo y seña a lo largo de su historia, desde el búcaro Don Pío o los raviolis rellenos de setas, trufa y foie hasta uno de los mejores steak tartar de Madrid o las crepes para el postre.
Ahora, para conmemorar ese medio siglo, la editorial Planeta Gastro publica el libro 'Zalacaín, 50 años' donde se refleja toda la larga historia (obviando, eso sí, la mala gestión de los últimos años antes del cierre) y se recogen todas esas recetas emblemáticas. Curiosamente su publicación ha coincidido en el tiempo con otro libro de la misma editorial dedicado al barcelonés Vía Veneto, de la familia Monge, una casa con muchas cosas en común con Zalacaín, sobre todo su excelente cocina de corte clásico y muy especialmente su excepcional servicio de sala. Dos restaurantes que son patrimonio gastronómico.
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