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Salsa de chiles

Consumición mínima

Viernes, 23 de agosto 2024

El camarero se acerca, para tomar la comanda, a la mesa que ocupa una pareja en el comedor del restaurante. «Pónganos un cachopo para los dos. Y para beber, agua». Escenas similares se viven en muchos establecimientos españoles, especialmente durante los meses de verano. Un ... hostelero amigo me contaba cómo cuatro clientes sentados en su terraza pidieron dos gin-tonic con cuatro vasos. Otros pidieron una botella de sidra «con cinco vasos» y allí se quedaron sentados casi toda la tarde. Y así día tras día. Lo del cachopo puedo entenderlo porque muchos restaurantes asturianos lo han vendido durante años como un plato barato y muy abundante con la idea de atraer clientes así que en el pecado llevan la penitencia. Pero no sólo se trata de este filete relleno de queso y jamón (¿un san Jacobo?) que algunos se empeñan en incluir en la tradición gastronómica del Principado. Por desgracia ocurre con muchos otros platos. La pasada semana los medios se hicieron eco de una noticia protagonizada por un restaurante de la localidad de Oleiros, en La Coruña, que anunció en Facebook que cerraba toda la semana central de agosto cansados de actitudes similares de sus clientes de fuera. Ellos citaban a «los de la Meseta». Atribución injusta porque cosas similares hemos visto hacer a clientes de todas las regiones de España, incluidos los gallegos. Tal vez es que los de Madrid son más numerosos.

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