En todos los menús, y también en los navideños, el postre juega un papel fundamental, más aún cuando el oficio de la familia que lo va a degustar está relacionado con la repostería. Así sucede con los responsables de La Palmera, en Logroño. «Tengo 34 años, la pastelería lleva abierta más de cincuenta y en Nochevieja siempre hemos ido cambiando de postre en nuestra casa», asegura Cristina Pascual. «Intentamos no llevarnos la repostería tradicional y este año, por ejemplo, vamos a hacer una tarta de chocolate blanco con naranja», remata.
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Ese deseo por evolucionar se traslada igualmente a las tiendas. «Somos la tercera generación de este negocio y, cuando nos quedamos con él, reformulamos todo para ir quitando el azúcar», cuenta Pascual. «Así, y sin dejar de un lado los milhojas, ahora apostamos mucho por los postres fresquitos, con frutas exóticas como papaya o maracuyá», apostilla.
El día de Año Nuevo, el negocio cierra para que todos los que forman parte de él cojan fuerzas. No en vano, después tienen por delante la campaña de Reyes. «Es la más dura porque hay mucho trabajo, pero me encanta porque cumples las ilusiones de la gente», expone Pascual, quien tiene claro cuál es el sabor que más le traslada a la Navidad de su infancia. «Procedemos de Soto en Cameros y tanto el sabor como el olor del mazapán me recuerdan a estas fechas», concluye.
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