

Secciones
Servicios
Destacamos
Cristina casi aprendió a andar en la calle Laurel. Allí acudía a ver a su abuelo, fundador del bar El Ángel. Su madre también mantiene ... los lazos con la vía más gastronómica de la ciudad regentando El Mesón del Abuelo, en la esquina de Laurel con Albornoz.
Cuando hace dos años, Araceli –la 'titular' del restaurante La Senda– se jubila y decide bajar la verja, Cristina (animada por la familia y sintiendo 'la llamada de la sangre') comienza a pensárselo, reflexiona, y decide dar un paso al frente. Con ella arrastra a su pareja Diego, que no había tenido relación con la hostelería, pero que ya es uno más del sector. Han tenido que hacer un curso acelerado a través de las lecciones magistrales que casi siempre impartía Rosa –la madre de Cristina e hija de Ángel, el fundador del bar de los champiñones– y el pasado 12 de julio, el nuevo La Senda vio la luz.
El nuevo establecimiento poco tiene que ver con el anterior más allá del nombre. Cristina y Diego decidieron que lo suyo sería un bar y no un restaurante: «Dar comidas hubiera sido muy peligroso. Los anteriores dueños lo hicieron muy bien y hubiera sido difícil igualar a los maestros, así que nos dedicamos a los pinchos que es de lo que sabemos», explica Cristina, que es quien lleva la voz cantante mientras Diego atiende a los proveedores, realiza alguna entrevista para redondear al equipo y controla la barra. Aunque no dan comidas, la amplitud del local permite disponer de mesas altas y taburetes en el que poder disponer de las raciones o tapas que se sirven en la barra, ofreciendo una comodidad que no siempre se puede encontrar en establecimientos más tradicionales de la calle Laurel.
Lo que los propietarios tenían claro desde el principio es que por una parte, aunque sirvieran pequeños bocados, debían enlazar con la cocina tradicional que siempre se cultivó con esmero en La Senda, y por otro lado, seguirían los consejos del abuelo que siempre dijo que a la calle Laurel le faltaba un jamonero ibérico. «Por eso, desde el diseño inicial del local dejamos un espacio que iría dedicado a tener jamones colgados... pero nos vinimos arriba y poco a poco fuimos añadiendo más cosas», señala.
Ahora, La Senda puede presumir de disponer de ibéricos, pero también de una barra bien nutrida en el que la tradición se mantiene presente. (por ejemplo, en el bocado de bacalao, la chistorra, los mejillones...).
Junto a esos pinchos, las raciones de jamón ibérico o las pulguitas, el pincho estrella son las lágrimas de cerdo ibérico. Una ración de carne muy jugosa, partida en pequeños tacos de bocado y hecha a la plancha, que sirven acompañada de unas patatas paja y unos pimientos.
Cristina reconoce que La Laurel ha cambiado y ya no es como cuando su abuelo fundó El Ángel. «Ya no funcionan los bares de una única especialidad. Quedan así los históricos, pero nada más. Ahora la gente pide barras bonitas», señala, de ahí que la suya luzca cada día con los que va saliendo de la cocina.
Además, los pinchos se pueden acompañar por varias referencias diferentes de vinos de Rioja, para completar una cuidada oferta enogastronómica disponible todos los días de la semana (no cierran ninguno) de 12.00 a 16.00 horas por las mañanas y de 20.00 a 00.00 por las tardes y noches.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.